Película desconcertante, irregular, sencilla en apariencia, y complejísima a poco que tratemos de escarbar bajo su superficie. Y por supuesto con unos momentos de una intensidad dramática insuperables, made in Bergman. La fotografía y ambientación es sencillamente espectacular, un estupendo blanco y negro para un entorno físico extraño e incomunicado como los mismos personajes. En lo que aparenta ser una trama sencilla y lineal confluyen las atormentadas deseos y anhelos de unos personajes que no encuentran ubicación en el mundo.
La forma de mostrar la enfermedad mental de la protagonísta es muy acertada, su soledad, así como la incomprensión por parte de los demás de su infierno particular.
Ante todo esto ¿qué pueden hacer? Todo confluye en ideas como un Dios que no consiguen encontrar, y cuya idea relaccionan con el amor.
Como todas las películas de este autor, no deja encantado ni divierte, pero no puedes evitar dejarte llevar por su fascinación. Sencillamente, no existe otro cine parecido (salvo un excesivo Dreyer, y algún homenaje de Allen) al de Bergman. La muerte, el amor, el deseo, la locura, el sexo,... este maestro es otra cosa. A mucha gente le resultará insoportable. Para mí es siempre algo distinto, donde el espectador debe poner de su parte, y dejarse sorprender por el abismo que se abre ante nuestros pies, cuando comienza una de sus películas.