No hay objeto más fascinante dentro de la cultura popular venida de Oriente Medio, Arabia o Índia que la alfombra mágica voladora. Desde tiempos del rey Salomón, la reina de Saba o los relatos de 'Las mil y una noches' no hay regalo mitológico tan extraordinario para ayudar al héroe en su odisea repleta de aventuras.

El fime de Kevin Connor de 1979, 'Alfombras mágicas' o 'Arabian Adventure', fue el que mejor supo captar en pleno inicio de la década de los ochenta las aventuras de la saga de Simbad con efectos visuales marca Ray Harryhausen que habían disfrutado espectadores de anteriores décadas. Clásicos mitos de la interpretación de género como Christopher Lee, Peter Cushing o Mickey Rooney otorgan robustez a una entrañable y artesanal producción de aventuras a la vieja usanza con marajás corruptos, princesas cautivas, pícaros aventureros y recovecos desérticos fantásticos, que hasta parecía, en su época, un rara avis ver su carátula en los estantes de cualquier videoclub ochentero con fluorescentes de neón como letrero.