Semblanza épica al gusto de las grandes producciones de mediados del siglo XX que escoge entre la historia y la leyenda lo que más conviene al argumento.
La interpretación de R. Burton hace honor a la gloria del personaje y la película, de eminente voluntad didáctica, plantea la compleja peripecia histórica con sencillez y coherencia.
Ese el el mérito de R. Rossen que escribe, produce y dirige el film.
Posee la dosis justa de grandilocuencia y de intimismo, de recreación de estrategia bélica y de intriga política, de psicología personal, de aventuras y de emoción en un contexto de cine de calidad.