Adaptación de la pieza de B. Shaw que en forma de película resulta vistosa, tal vez algo esquemática por razones evidentes, pero hay que reconocer que utiliza todos los recursos posibles para implicar al espectador e invitarle a participar en la función.

El perfil psicológico de la historia planea siempre como un espejo por encima de la acción y en él puede mirarse quien lo desee a lo largo de la proyección porque aparece dispuesto con estrategia y habilidad.
Presenta un ritmo ágil, luminoso y ofrece un punto de inquietud argumental en el que el drama y la comedia representan el contrapunto perfecto para conseguir la armonía.
Reflexión y esparcimiento se dan la mano.