Cuando ves esta película tienes la sensación de estar viendo la vida de una niña, su niñez. Porque todo lo que pasa puede ser perfectamente real. Puede estar pasando ahora mismo. Sus dotes de realismo son enormes. Incluso los chistes y bromas contadas lo son. También esa madre e hija que no pasan por un buen momento.
El contraste que se ve, al estar el parque de Disney World al lado, es especial. Puedes apreciar la diferencia entre cumplir tus sueños y aquellos a los que tanto los sueños como la sociedad han acabado marginando. El motel en el que se desarrolla la historia es el lugar idóneo para definir la irónica.

También sus colores. Colores empalagosos, dulces y amables. Que invitan a pasarlo bien y contrastan con la vida de drogas, prostitución y pobreza que se vive.

La música en mi opinión pasa un poco desapercibida, pero tal vez también porque se adapta muy bien a la historia y hace que todo forme un único retrato. De tal manera, que no le prestas atención porque asimilas que es así. Que es así como tiene que ser y como pasa.

La interpretación de todos los actores es muy buena. Pero principalmente la de Brooklynn Prince. Esta niña con lo pequeña que es brinda una interpretación digna de creer y sentir.

La película aborda de gran manera la forma en la que tienen que ganarse la vida las personas en medio de la crisis. Llegando a hacer cualquier cosa para salir adelante.