Si algo merece la pena verdaderamente del excesivo remix que supone Spartacus es eso, su exceso y extremismo sin límite que no hay que tomar en serio. Si partimos de esa base y no esperamos encontrar un obra maestra como Roma, clarísimo referente aunque desacertado por completo, nos encontramos con una serie entretenidísima, de factura impecable y capaz de levantar pasiones y lo que no son pasiones desde su primer minuto.
Con una estética absolutamente gayuna, donde las piernacas, los torsos peludos y los brazos titánicos, sudorosos y guarros alternan con escotes femeninos inconcebibles, tetacas siliconadas, cejas dacias y bárbaras perfectamente depiladas y labios carmín de peli X, Spartacus supone un mix entre Gladiator, el peplum menos reciente y el Conan más bruto, donde hay sitio para los diálogos casi soeces, perfectas y sangrientas como pocas luchas coreografiadas y efectos visuales más que destacables. Con sólo eso la serie ya sería más que recomendable. Pero es que además la trama es adictiva, con un esquema clásico aventuril, y momentos francamente inolvidables ( no sólo los de Andy Whitfield luciendo musculazo al estilo Chi Chi La rue).
Véanla, es una gozada.

Lo mejor: La estética Pierre et Gilles. Su salvajismo rozando el gore. Delicioso.
Lo peor: Podemos tomarla demasiado en serio y sentirnos defraudados. Craso error, porque en su estilo es casi perfecta.

Ah.... Produce Sam Raimi... Así que ya hay un aval más para darle una oportunidad...