Si hay algo que detesto más que el rollo autoayuda a lo Bucay es el rollo autoayuda enfundado en dogmas religiosos y de nueva era. Así que con la novela de Yann Martel tuve la extraña sensación de releer "La vida sale al encuentro", "Forja", "Surco" y "Camino" en versión politeísta y aún más artificiosa. de pronto descubro que mi admiradísimo Lee dirige la adaptación y las dudas me asolan. ¿ Es posible llevar a la pantalla una novelilla y hacer una de las obras maestras a las que el director nos acostumbra?. Efectivamente, sí. "La duda es útil porque nos hace mantener viva la Fé", así que mi duda me ha servido para volver a creer que si el cine fuera una religión, así en minúsculas, Ang Lee sería uno de sus Profetas, así en mayúsculas más destacable.
Una experiencia nunca antes vivida, desde esos deliciosos créditos iniciales en el zoo, donde las 3D parecen ya 4 o 5, una tensión que no decae, sentimientos buenos a tutiplén, lágrimas contenidas y un tigre, protagonista absoluto, en una interpretación oscarizable por completo. El preciosismo de las imágenes, el detalle cuidado y la espectacularidad de TODO lo que acontece en la pantalla nos lleva a un mini síndrome de Stendhal en el que la respiración se entrecorta, los ojos se abren como platos y la mandíbula inferior se nos desencaja...
El único impedimento para que Lee recoja el más que merecido Oscar varias veces merecido tiene apellido: Bigelow. Pero todos los premios técnicos, Gandalf mediante, deberían entregarse a la experiencia en 3 dimensiones definitiva, sin duda, la peli más impresionante del año.
Y eso que partía de una novelilla postmoderna naif.
Lo mejor: Visualmente es una experiencia casi casi religiosa.
Lo peor: Nada. Cada posible defecto planteado es resuelto por Lee de inmediato.
IMPRESCINDIBLE las gafitas de tres euros. Merece la pena no saben cuantísimo.