El director trata de hacer profundo un cuento que ya de por sí es bastante chungo. No lo logra, partiendo de la base de que a los diez minutos ya te da igual la historia, los personajes, el padre que no salía en el cuento apenas, etc...
Pero ¿qué pasa?, pues que el diseño de vestuario de la recién fallecida japo creadora del de Drácula, la ambientación entre acartonada, gótica y mariconil, y una madrastra, novia de América, que cae mejor que la Collins, ñoña como una patata cocida sin sal, hacen de la peli un espectáculo visual, preciosista y qué coño, entretenido, que ya quisieran para sí los del circo soleado.
Lo mejor: El vestuario, una brutalidad.
Lo peor; Lo en serio que se lo toman.