Liam Neeson es un de esos pocos privilegiados actores tocados por la varita de la versatilidad interpretativa a los que es imposible pillar en un renuncio. Te lo crees haciendo de Zeus, de padre rescata hijas, de redentor de judíos, de lo que se ponga. Y aquí se pone en plan machuno caza lobos durante dos horas y dicho y hecho, acaba la peli y te das cuenta de que te lo crees. Te crees la supervivencia al accidente de avión, las caminatas rollo Mordor por la nieve chunga, el ráfting obligado, el rollito colector de carteras... Y como siempre, te crees que sin ser guapo guapo, es de esos tíos a los que no te importaría prepararle las tostadas, o las tortitas si se tercia, cada mañana y llevárselas al lecho resudado.
Pues eso, que la peli cuenta con el inestimable aporte de sensatez y buen rollo de este hombre y un uso de los medios técnicos estupendos para contarnos una historia de peli barata de tele cadena cutre sábado tarde. Y el resultado, a mí al menos, me ha encantado. El uso y abuso de las emociones vía flashback que muchos criticarán a mí me vale de relajo en dos horas de tensión en las que a uno le viene a la cabeza que con tanta carrera, tanto titulito y tanta leche, perdido en el bosque entre lobos, no es nadie.
Quiero un Neeson de manos enormes si me pasa.
Lo mejor: El protagonista.
Lo peor: El final abierto... Aunque está más que cerrado, pero bueno...