Nada hace presagiar que lo que un principio sólo es una maqueta del Dogville a vista de pájaro será el escenario donde transcurra toda la trama. El ambiente semiclaustrofóbico, las excelentes interpretaciones del reparto y un final inesperado hacen de ésta una buena película.
Lars Von Trier deja entrever su clara tendencia rebelde, la inercia a romper con las normas y establecer un lenguaje propio, que le acuña un sentido precioso a todo lo que toca. Hasta lo surrealista de abrir puertas inexistentes o regar plantas que no están adquiere un matiz verosimil.
Una buena película de este danés que espero nos siga deleitando con sus obras maestras