El segundo trabajo de Grégory Magne como director y guionista es una encantadora comedia francesa conformada en torno a dos personajes casi opuestos. Anne (Emmanuelle Devos) es una diva (de trato difícil) experta en crear fragancias, y Guillaume (Grégory Montel) es un padre divorciado luchando por mantener su trabajo, que le puede permitir pelear por la custodia compartida de su hija.

Guillaume es elegido para ser el chófer de Anne y ese encuentro desencadena la disparatada relación que surge entre ambos, fuente de la mayor parte del humor del film. El relato que se narra no es nada nuevo y presenta pocas sorpresas. No obstante, es especialmente interesante el microcosmos en el que se enmarca: el negocio de los perfumes. La descripción del proceso de elaboración de un olor, los instrumentos necesarios o las propiedades que deben presentar los ingredientes son detalles minuciosamente investigados que se muestran con precisión y elegancia, sin llegar a hacerse pesados. De esta manera, la cinta presenta una profesión un tanto original en el mundo del cine: ser “nariz” –o entendido en aromas–.

Magne sabe mantener un equilibrio acertado entre el realismo y la comedia, conduciendo tranquilamente a sus protagonistas hacia un desenlace sensato, a través de una razonable y divertida evolución. Los actores principales soportan de manera excelente el peso del largometraje, especialmente Devos, cuyo papel resulta bastante original.

Quizá pueda hacerse un poco larga, pero la película proporciona un rato agradable y de disfrute. Perfumes es una propuesta modesta y conmovedora que, aunque no sorprende en exceso, descubre al espectador el apasionante universo de las esencias.

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