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Voto de Revista Contraste:
8
Comedia. Romance Cuando Abel descubre que su madre, Sylvie, que ronda los sesenta años, está a punto de casarse con un hombre en la cárcel, entra en pánico. Respaldado por Clémence, su mejor amiga, hará todo lo posible para intentar protegerla. Pero su encuentro con Michel, su nuevo padrastro, podría ofrecer a Abel nuevas perspectivas…
5 de abril de 2023
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el nuevo largometraje de Louis Garrel –que dirige, coescribe y protagoniza–, la esencia del mismo se encuentra condensada en la dedicatoria final a su madre y a su hijo Azel. Porque sí, detrás de todo argumento y espectáculo, El inocente es una película de amor entre una madre y su hijo y aquello que cada uno está dispuesto a hacer por salvaguardar esa relación.

El reciente enlace entre su madre Sylvie (Anouk Grinberg) y Michel (Roschdy Zem), un preso a punto de salir de su condena, detona una inestabilidad en la vida de Abel (Louis Garrel). Su voluntad por ver a su madre feliz choca con la desconfianza que siente hacia su nuevo padrastro. Ante su incapacidad por quedarse de manos cruzadas, y con la ayuda de su mejor amiga Clémence (Noémie Merlant), Abel se decide a destapar los chanchullos en los que cree metido a Michel.

Sin lugar a dudas, uno de los pilares principales del film es la desenvoltura de los cuatro actores principales y el dominio complejo con sus personajes, con sus sentimientos y sus inseguridades. Desde que aparecen en pantalla, cada uno brilla en su variedad de registros y atrapa memorablemente al espectador, mientras lo conduce por el relato con un ritmo ágil que va mudando inteligentemente.

El inocente se descubre desde un espléndido arranque como una obra con múltiples capas, como un híbrido y una contínua interpretación de géneros. En su amable duración, transita orgánicamente entre varios de ellos y, en esa mezcolanza, revierte algunos de sus tópicos.

De una película de espías a una comedia, pasando por el thriller, el drama familiar o el romance, este constante enredo de géneros se traslada a todo un despliegue diverso de recursos de montaje, música y puesta en escena. Estos cambios no solo demuestran un dominio cinematográfico, sino que también permiten agilizar la trama y mantener siempre un interés vivo.

No obstante, tras todo estos formalismos, surgen en segundo plano algunas cuestiones en torno a los límites del amor familiar y de los actos de generosidad. ¿Hasta dónde puede uno llegar para mantener la felicidad de una madre? ¿El fin justifica los medios? Quizá una de las únicas certezas es que uno comete errores y puede amar y, al mismo tiempo, hacer lo incorrecto. Sin embargo, tras todo el equilibrio conseguido con la riqueza de la propuesta y el logro de mantener siempre activo al espectador, subyace un mensaje: la sinceridad y la honestidad son caminos correctos hacia la redención. Y así, en ellos, uno evita meterse en más de un lío innecesario.

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Revista Contraste
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