La obra del novelista Michal Chrichton es de lo mejor que he leído jamás en el ámbito de la ciencia ficción, una aventura sub-acuática apasionante. Sin embargo, su paso a la gran pantalla revierte en un producto muy prometedor que arranca con extrema tensión y promete torrentes de escalofríos y sobresaltos para devenir en tedio y decepción. Pese al flamante elenco protagonista, el cociente final no ofrece ni de lejos la magnitud alucinante de la obra escrita en papel por el fallecido escritor. Está lograda, eso sí, la catadura extraterreste de la esfera, con su inherente leyenda-moraleja aleccionadora y preventiva, como esas preciosas amanitas muscarias que, con su color bermellón, advierten de su toxicidad.