A menudo se suele achacar a Spielberg la “debilidad” de buscar demasiado la emoción, incluso a costa de resultar sensiblero. Y sin embargo una de las debilidades de este film es para mi precisamente lo contrario. Los personajes, especialmente el protagonista, no parecen sentir emoción cuando deberían, ni parecen verse afectador por los extremos acontecimientos que les afectan (que tu casa con tu familia dentro sea ametrallada, creo es razón de sobra para que un abogado se plantee seriamente dejar un caso que días antes ni deseaba). Sencillamente actúan y continúan adelante en sus radicales decisiones sin mucho mayor problema.
Las escenas se desarrollan con la extraordinaria perfección que el legendario autor sabe imprimir, y todo el conjunto contiene la atmósfera y narración adecuada y, sin embargo, uno sale del cine sin mucho que guardar para el recuerdo.