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España España · Barcelona
Voto de zoquete:
6
Thriller. Intriga. Drama Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
5 de octubre de 2009
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Echen la vista atrás veinticinco años y díganme si se dejaron algo en el tintero, quizás un trabajo, un país, ¿un delito?, una relación cuyo recuerdo ahora les está volviendo locos, les está provocando insomnio y que consideren savia vital para su mañana, para su actual existencia. ¿Pinta trascendente, no? Quizás no esté yo para trascendencias, especialmente si no se trata ya de un único asunto inconcluso, sino de muchos. Hasta donde sé, a eso siempre se le ha llamado nostalgia, sin tantos fuegos artificiales ni grandes discursos.

Lo confieso, asistí a “El secreto de sus ojos” con ciertas expectativas, sobre todo por este espacio filmaffinity. Me equivoqué. No obstante, no soy una buena referencia. Últimamente soy difícil de complacer.

El guión es correctísimo, las interpretaciones juegan en la liga de campeones (especialmente Guillermo Francella) aunque Darín ya no me aportó nada nuevo y Soledad Villamil me resultó poco convincente, quizás por el maquillaje. Además, hay material de sobras para colocar en esos “collages” tan divertidos que hacen memorable el cine. Pero…

Seré malvado. Especularé. Campanella se me antoja acomodado en sus series americanas, adquiriendo una técnica tan buena y precisa que diría que se ha dejado algo de su alma en éste su nuevo trabajo. Dispone una serie de golpes de efecto estratégicamente dispuestos sobre el eje temporal de la película, como sacados de una planificación empresarial. Una imagen del asesinato inicial bien impactante (¿tipo CSI y equivalentes?), una persecución del presunto asesino tras un majestuoso plano aéreo de un abarrotado estadio de fútbol, una emotiva despedida de los protagonistas en el andén, la presión sobre el sospechoso para que confiese, la presencia de unos sicarios en la casa del protagonista enfrentados a su leal amigo…

Lo curioso es que tan buenos elementos se me antojaron vacíos, exhibicionistas del poderío de la técnica cinematográfica del autor, alguno definitivamente exagerado (¿encontrar a un tipo en un campo de fútbol lleno hasta la bandera?), casi diría que también aislados, poco coherentes con la esencia de la película, que incluso defenestraría por considerarlos lugares comunes. La película remarca su título insistiendo en el mensaje de las miradas, básicamente en la manera en que se ponen tras la pista del asesino pero, sobre todo, para señalar la velada historia de amor entre los protagonistas. Es aquí donde, en mi opinión, el autor y sus actores naufragan y, paradójicamente, por simple comparación con las secuencias impagables que supo exprimirles a Héctor Alterio y Norma Aleandro, en “El hijo de la novia”, unos gestos, recreaciones y silencios de ancianos que desbordaban en un amor juvenil y fogoso, definitivamente imperecedero.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
zoquete
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