Una película larga pero tremendamente entretenida, de esas producciones que si uno se engancha rápido no se arrepiente de vivir más de 3 horas repletas de intrigas, acertijos y toda clase de personajes cínicos y escabrosos.

El excelente montaje, un amplio reparto difícil de volver a reunir y cierto aire de documental, contribuyen a acentuar más la atención e interés sobre esta historia, bien dirigida por Oliver Stone.

Es una pena que este señor olvidó sus grandes condiciones de director para irse involucrando en la política internacional, dando opiniones y sugerencias sobre temas en los que no tiene la menor idea, demostrando que la demencia senil lo alcanzó.