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España España · Barcelona
Voto de rober:
10
Drama Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y ... [+]
7 de agosto de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una gran adaptación cinematográfica sobre una historia incatalogable y original. “Matar a un ruiseñor” explica una historia de crueldad e injusticia, vista desde la perspectiva de una niña de seis años. Una mirada idealizada y quizá distorsionada, pero pura. Formal y conceptualmente, ésta es una película de juegos, de libertad, de descubrimiento del mundo, de idealización de la figura paterna, pero todo ello para servir de marco a una salvaje atrocidad. Aquí reside la grandeza y el carácter incontestable de clásico que para muchos tiene este film.

El argumento está lleno de aristas y matices, y la puesta en escena de Mulligan es excelente. El ambiente cotidiano en una pequeña localidad rural del Sur de Estados Unidos es de aparente armonía, con la tranquilidad que permite a los niños jugar en plena calle. El hecho de que sea la propia niña quien narra la historia acrecienta el componente casi mítico del personaje de Atticus Finch, una de las mejores creaciones de Gregory Peck. Un triple homenaje al padre o maestro que todos querríamos haber tenido (y que quizá creímos tener durante algún brevísimo momento de nuestra infancia), a quienes pelean cada día por una educación como pilar esencial de nuestro sistema, y a quienes entienden que la lucha por los derechos humanos bien vale que te escupan en la cara alguna vez.

A medida que va evidenciándose el conflicto y la violencia, la tensión se acrecienta, sin dejar por ello de respirarse un clima de veraneo apacible. El discurso antirracista se une a la crítica rotunda a una sociedad pacata y cerrada. La manera en que Atticus Finch recibe y acepta la propuesta de defender a un hombre negro acusado de agresión sexual a una mujer blanca (en una encantadora noche de verano, en el porche de su vivienda), es un estupendo ejemplo de cómo se ha enfocado esta historia. La escena del juicio, llena de tensión, constituye una inusual mezcla de suspense y de viaje iniciático. “Matar a un ruiseñor” establece una conjunción entre la miseria humana y el proceso de aprendizaje que experimentan los niños protagonistas, todo ello con un prisma de normalidad que a todos debería escandalizarnos. La visión infantil de cada detalle de la trama dota a esta obra de un tono mágico impagable, y de una emoción que perdurará siempre.
rober
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