La película más accesible de las que he visto hasta ahora de Lanthimos, con un reparto internacional que servirá de gancho comercial al film, es también su obra más complicada, tanto en lo formal como en el contenido. “Langosta” es cáustica y está llena de mala leche, pero puede resultar tierna en muchos momentos. En esa extraña amalgama, algunos podrán echar en falta la frescura de “Canino” o “Alps”, pero en mi opinión este film les supera en cuanto a la complejidad del mensaje, lleno de matices e interpretaciones, y las ganas de llevar cada situación hasta el extremo.

El inicio es deslumbrante, más directo y contundente que nunca. La economía de planos y frases hace que la premisa argumental se plantee de manera diáfana para cualquier espectador en apenas unos minutos. A partir de ahí, empieza el disloque. Entre la ciencia-ficción y el disparate, el director nos presenta un mundo inventado en el que sólo quien está felizmente emparejado tiene derecho a vivir, a quienes se ven incapaces de encontrar su media naranja se les convierte en animales, y en el que la exaltación de la soltería es motivo de clandestinidad. ¿Una locura? Lo parece, y puede que lo sea, pero en cualquier caso se trata de una parábola sobre lo que significan conceptos como el amor, la soledad y la libertad, y toda una reflexión sobre la hipocresía que deriva del convencionalismo de ciertas instituciones utilizadas como pilares de la sociedad. En el mundo creado por Lanthimos, el amor, aunque sea impostado, prevalece sobre la independencia de criterio, y se convierte en un objetivo en sí mismo, o más bien en una aspiración vital. El protagonista se siente incapaz de encajar en ese mundo de mentiras, en donde la sintonía entre la pareja parece consistir únicamente en tener las mismas inquietudes y padecer las mismas dolencias. Claro que en el “lado oscuro”, en la comunidad anti-sistema y seudoterrorista en la que cae el protagonista, el totalitarismo puede ser aún mayor, todo sea por la causa.

Este vaivén, que conlleva la existencia de dos partes claramente diferenciadas, me ha parecido coherente y hasta brillante, a diferencia de lo que han opinado algunos críticos. La vida en el bosque bailando música electrónica constituye el contrapunto perfecto al balneario encorsetado y mezquino en el que los solteros se ven obligados a encontrar pareja en 45 días. En buena medida, el experimento sale a flote gracias a la estupenda interpretación de Colin Farrell, en uno de las mejores actuaciones que yo le recuerdo.

En definitiva, “Langosta” es una fábula irreverente y gamberra, tan cerca del esperpento como de la comedia romántica, con el atractivo de que arranca risas en muchos momentos, pero que en cualquier caso es demoledora con varios convencionalismos y tópicos de nuestro mundo. Se trata de un film que permite distintas lecturas, pero lo que es obvio es que Lanthimos nos hace sentir ridículos y patéticos, porque seguramente lo somos. Y, aunque a estas alturas es difícil que el director griego pueda deslumbrarnos como lo hizo con “Canino”, estamos ante un gran film, quizá el mejor de su carrera hasta el momento, en mi opinión.