Un thriller resultón, (aunque a veces poco creíble) que sirve como buen entretenimiento.

Un cazador alcohólico llamado Rayburn Swanson, ha estado tratando de encontrar el paradero de su hija Gwen, que desapareció hace cinco años (cuando tenía 14). El sentimiento de culpa le está devorando, ya que la dejo en su camioneta mientras iba a compra alcohol. Ahora reformado, ha dejado de cazar y de beber es guarda forestal. Es cuando aparece un asesino en serie en los bosques de Minnesota cazando chicas jóvenes.

Primer largometraje en ingles del director belga Robin Pront, bajo un guion de Micah Ranum quien no termina de desarrollar bien ni la historia, ni a los personajes. Recurriendo a demasiadas pistas falsas que no hacen más que embarullar la trama.

Tampoco deslumbra el paisaje forestal, con una fotografía un tanto oscura acompañada de una música chirriante. 

La nueva Sheriff Gustafson (interpretada por Annabelle Wallis) se encargará de la investigación de los asesinatos de las chicas que aparecen con la garganta cortada, pero hay pistas que conducen a su hermano menor Brooks (Hero Fiennes Tiffin) un maleante de poca monta metido siempre en problemas y delitos, que su hermana suele encubrir.

El actor danes Nicolaj Coster-Waldau nos presenta a un Rayburn roto, callado y solitario un estereotipo ya demasiado visto para esta historia que a veces le falta interés y emoción. El clímax final tampoco satisface, por culpa de personajes que toman decisiones absurdas con la intención de dar giros sorprendentes.

Un quiero y no puedo de película que sirve solo para pasar el rato.
Destino Arrakis.com