De las películas más incomodas e irritantes que he podido ver últimamente es esta producción británica, en la que cuenta sus memorias el director y fotógrafo del film Richard Billingham, centrándose en la relación que tuvo con sus padres Ray y Liz, todo un tormento inimaginable de una traumática infancia, que les paso factura a él y a su hermano pequeño Jason.

La sobriedad y la crudeza con la que se expone la historia con momentos muy desagradables que pueden herir tu sensibilidad, es realmente elogiable con una puesta en escena que te convulsiona de arriba a abajo.

Está filmada en 16 mm y en formato 4: 3. con lo que el director te consigue dar una sensación total de realismo, como si de un documental se tratara, incluso llegas a pensar en algún momento que los actores no lo son, sino que son realmente los padres de Billingham.

Toda una crónica familiar en los años 80 de unas miserables vidas refugiadas en el alcohol y el tabaco, con unos hijos totalmente desatendidos y en el más completo abandono. Que razón tiene el refrán de "Dios da pan a quien no tiene dientes".
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