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Mongolia Mongolia · Escala de Richter
Voto de Eric Packer:
8
Comedia. Drama. Romance Años 60. Familiares y amigos buscan a dos jóvenes amantes que han huido de su pueblo natal. Así, quedarán de manifiesto viejos rencores y ocultas relaciones románticas entre algunos de los personajes que participan en la búsqueda.
28 de septiembre de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sam y Suzy, ambos de 12 años, conforman la pareja heroica en esta aventura de amantes en fuga (distinta del modelo establecido por They Live By Night); las razones de su escapada no es haber cometido un crimen sino el plan de concebir un mundo aparte que no permita cabida para nadie más a excepción suya (el Moonrise Kingdom del título). Ya en The Royal Tenenbaums Wes Anderson trazaba la anécdota que originaría este film: el par de hermanos genios, Margot (exitosa dramaturga) y Richie (campeón de tenis) durante su infancia llena de gloria, decidieron vivir unos días furtivamente en el Museo de Ciencias Naturales para leer libros y huir de sus obligaciones así como de su entorno familiar. Básicamente esta nueva historia, aparentemente sencilla, coescrita por Wes Anderson y Roman Coppola nos cuenta los esfuerzos que todos aquellos que rodean a Sam y Suzy (padres, policía, servicios sociales, un grupo de boy scouts y su líder) hacen para impedirles conseguir su propósito de estar juntos.

El mérito de las películas de Anderson va más allá de su inconfundible universo estético: bajo la fachada barroca y extravagante, bajo su reinterpretación de la realidad a la que da un aspecto de tira cómica o de dibujos animados que muchos tachan de infantil, se las arregla para incorporar gran cantidad de temas inherentes a la conducta humana con una lucidez extraordinaria: inmadurez emocional, insatisfacción, infelicidad, esa sensación de estar perdido (sobre todo en los personajes adultos, mientras que los menores siempre saben en donde están situados). La principal constante en la filmografía de Wes Anderson, desde Bottle Rocket hasta Moonrise Kingdom y seguro que también en sus proyectos posteriores, es la influencia que la figura paterna (su ausencia, sustitución, abuso, muerte, reencuentro o posible encuentro) ejerce sobre sus personajes, trademark que comparte con el otro gran Anderson del cine contemporáneo: Paul Thomas. Sus películas no son para niños ni siquiera la fábula de Fantastic Mr. Fox, las cuitas existenciales de sus personajes son en realidad profundas y dignas de psicoanálisis, ¿por qué su modo de actuar tan parco, por qué su estaticidad gestual? La dificultad al definir el género de sus películas es una disyuntiva ante la cual muchos se enfrentan tras su visionado: comedias absurdas o dramas emocionales atípicos y, sin embargo, nunca llegan a ser del todo ni lo uno ni lo otro, mucho menos melodramas. ¿Una película de Anderson como las de Burton, Almodóvar, Allen o Tarantino ya han sobrepasado los géneros?

Moonrise Kingdom no es otra película más sobre el primer amor y el primer beso al estilo lacrimógeno de My Girl. Aunque posee referencias evidentes y funciona como un lugar para evadirse de la realidad, Moonrise Kingdom tampoco es el Neverland de Peter Pan ni el Wonderland de Alice para Sam y Suzy, Anderson lo hace ver más como el Zabriskie Point de Mark y Daria en la película de Antonioni o la habitación de Paul y Jeanne en Last Tango In Paris de Bertolucci, o de Sada y Kichi en El Imperio de los Sentidos de Oshima, salvando las distancias, algo así como sitios mágicos en los que la brevedad se vuelve eterna, en los que el tiempo se detiene y el amor puro entre 2 personas que se vuelven 1, sin importar la edad, funda un mundo particular e impenetrable por los demás.
Eric Packer
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