Grandísima película por muchos motivos: los creíbles actores, la dirección vigorosa, la historia opresiva y asfixiante y los geniales decorados. La mansión acaba siendo uno más de los personajes.

Historia de desamor, amor, nostalgia, admiración, abolengo y mucha intriga que se dosifica exactamente cuando hace falta para que estés todo el metraje intentado unir las piezas que expliquen la fascinación por Rebeca y su extraña muerte.

La protagonista es sumergida en un mundo nuevo: la enorme mansión, la nueva posición social, las nuevas amistades. Perdida en su nueva vida, de forma figurada y literal; pues se abruma por la enorme extensión de su mansión, no tiene en quien apoyarse ¡hasta su nuevo marido parece que le deja de lado! Sufre la injusticia de una comparación constante que le lleva a los bordes de la locura. Justo antes de que eso ocurra empieza a unir piezas y a averiguar cosas de su predecesora (y rival ausente en la mansión) que le harán averiguar lo que pasó. Gracias a ello los personajes van a destruir el mito de Rebeca y el pasado. Pero, ¿se puede aceptar que tu mito caiga?