Supongo que el señor Teodoro no encontró lo suficientemente interesante la historia real de estas tres brillantisimas y pioneras señoras teniendo que echar mano de la fantasía (por no decir mentiras) para añadirle dramatismo y hacer quedar a los blancos como tarados mentales desprovistos de sentido común alguno.

No me engaño, esto es cine y puedo llegar a entender, hasta cierto punto, que se tomen licencias para hacer una historia más amena, pero de eso al elefante suelto en una tienda de cerámica Ming que es esta película media un abismo cósmico. Ver al pobre Jim Parsons arrastrar por la pantalla el infecto, despreciable e irreal personaje que encarna es algo que me rompe el corazón. La película condensa en muy poco tiempo lo que fue una carrera profesional de las tres que duró décadas, una, que ya era ingeniera y no tuvo que acudir a ningún juicio para poder asistir a clase aunque sí tuvo que obtener un permiso especial, otra que ya era supervisora de la computadora IBM que fue preparada por la propia NASA, otra que se pone a calcular la validez de una trayectoria media hora antes del lanzamiento cuando lo hizo días antes porque es humanamente imposible hacerlo tan rápido, la NASA abolió la segregación racial desde 1958 aunque las leyes de Virginia todavía la mantenían pero de eso no se queja la mismísima katherine Johnson puesto que se colaba en los baños de los culos blanquitos y nunca le pasó nada.

Se salvan de este engendro la producción muy cuidada y el doble juego del título en inglés Hidden Figures (figuras/cifras ocultas) que por supuesto se va a las chacaritas al doblarlo.