Una sociedad con miles de cámaras; con unos gorilas parecidos a armarios empotrados, un club que controla no sólo las 24 horas de sus miembros, sino la de las 3000 personas más cercanas a ellos. Resumiendo; un palacete con más vigilancia que El Pentágono, y van tres amigo yonkis del protagonista y se cuela hasta las mismas entrañas en un plis plas equipados con cámaras gusanos y otros artilugios propios de gentuza como esa (digo yo, vamos).

También me gustó que el chaval corriera mucho más que el todoterreno que lo perseguía durante 4 calles (incluyendo una avenida). Esto desde luego es para darle una medalla al tío que corre, o por el contrario es para ir al concesionario a pedir la hoja de reclamación.

En la misma escena, con el coche pisándole los talones, el chaval un poco a la desesperada va doblando las esquinas al azar, y resulta que cuando queda en un callejón sin salida, ahí es justo donde lo esperaba los tres yonkis de antes vestidos de batman (y no solo tenían cámara gusano, también equipos de alpinismo).

El policía un poco cabroncete, todo hay que decirlo. Después de que casi matan a los jóvenes en la carretera en una encarnizada lucha motorizada, va el tío y aparece a última hora diciendo que lleva siguiéndoles desde que salieron desde el hospital. Imagino que disfrutó tranquilamente con el espectáculo.

Por supuesto, el protagonista, es curiosamente el primero en la posición de la canoa, el amor platónico de la rubia buenorra, el único que se da cuenta de que hay cámara por todos los pasillos, es al que le toca de compañero al hijo del jefazo, también es el que tiene las pelotas de sacar la serpiente mientras los demás aplauden... en fin; El más mejor. ¿Un poco visto esto ya, no?