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Corea del Norte Corea del Norte · ¿Que la de arriba era la mala?
Voto de Snuff:
2
Terror Transilvania, 1893. El joven bibliotecario Jonathan Harker llega al pueblo de Passo Borgo para trabajar para Drácula. Inquieto por el extraño comportamiento del conde, Jonathan no tarda en descubrir hasta qué punto representa una auténtica amenaza, especialmente para su mujer. Rodada en tres dimensiones. (FILMAFFINITY)
19 de noviembre de 2012
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empeñado, cerril, terco, obtuso. Ese soy yo, negando lo evidente, apartando los cientos de críticas negativas a manotazos y pidiendo entre lamentos pase de prensa para Dracula 3D al grito de “Argento, shut up and take my money!”. ¿Tan malo podía ser un producto del director del film que inició la fiebre del giallo, El pájaro de las plumas de cristal? ¿El que se perfeccionó a sí mismo en Rojo oscuro? ¿El que nos dio uno de los films de terror estéticamente más poderosos y evocadores, Suspiria? En fin, sabía que no iba a ser BUENA. Es decir, no sabía NADA.

Tras el desfile de cartelones de instituciones oficiales españolas que han metido pasta en este engendro producido por la productora de nada menos que Enrique Cerezo (que, por cierto, es coguionista) comienza la cosa. Me sorprende lo intrusiva que resulta la música, como de parodia de película de terror, me saca de la película, que ya de por sí cuenta con diálogos paupérrimos que invitan a romper el pacto de ficcionalidad de manera constante. La sorpresa dio paso al estupor al descubrir que dicha banda sonora estaba a cargo de Claudio Simonetti, de los legendarios Goblin. Los Goblin que dieron ritmo a las ya citadas Rojo Oscuro o Suspiria, también Tenebre y otras tantas y que con su rock progresivo crearon atmósferas tan geniales. De hecho, al subgénero del giallo se le suele asociar erróneamente gracias a ellos este tipo de música, cuando en realidad contó con mucho más jazz y bandas sonoras de Ennio Morricone que otra cosa, pero la historia la escriben los vencedores. En ciertos tramos, la banda sonora funciona bien, pero por norma general resulta irritante y saca al espectador a golpes de la película, si es que por un casual había logrado entrar.

Ya de entrada nos llama la atención el que va a ser uno los puntos fuertes, por no decir pilar, de la película: las asombrosas tetas de Miriam Giovanelli, que ha participado en unas cuantas producciones españolas. Entre ellas, Sin tetas no hay paraíso. Esa serie “me la perdí”, pero deduzco que se ganó un par de milenios en el mentado paraíso. Yo me quedé con ella en Mentiras y gordas (sí, la he visto y luego la gente se pregunta por qué algunos se niegan a que el Estado gestione su dinero) donde hacía de supuesta gorda, cuando en realidad era la chica más tórrida y sensual de la película. Mis predicciones fueron más que correctas: esas pechugas se abrirían paso y espero que aparezcan en más películas en 3D, ya que son algo que merece la pena ver antes de morir. En general odio el 3D, pero aquí hago una excepción. Diré que cuando ella, los primeros e innecesarios primeros planos de sus escotes y sus desnudos desaparecen, la película pierde los pocos enteros que es capaz de ganar.

La película se ve torpe y acartonada, sobre todo en su primer tercio. Es de suponer que esa parte la dirigió el propio Cerezo. La fotografía BRILLA por su ausencia. Supongo que porque el 3D requiere un gran luminosidad o algo así. Los planos, casi siempre generales, se hacen interminables y se sienten sumamente improvisados, dándonos la impresión de que estamos ante una gran producción amateur. Las líneas de diálogo parecen hecha cada una por un guionista encerrado en un búnker sin comunicación con el resto. Los actores las pronuncian, se hace un silencio incómodo de ascensor, y entonces, sólo entonces, su compañero responde.

En los cientos de adaptaciones de Drácula es divertido buscar a los personajes que ya conocemos de sobra y ver qué se ha hecho esta vez con ellos y su historia. Aquí resulta más bien tortuoso.

Argento se deja ver en algunos detalles, como la nube de moscas en la que Drácula puede convertirse, que nos remite a la dulce Phenomena. También en las explosiones de violencia. Por momentos, por contados momentos, se intuye la película que Dario Argento pretendió hacer. Y en mi delirio crítico de fanboy pude vislumbrarla, como en una pesadilla del opio… y era una buena película, en serio… lamentablemente esta copia ha ido a parar a un universo paralelo muy, muy, lejano…

El Conde Drácula es el veterano del cine alemán Thomas Kretschmann (El hundimiento y también bastantes películas yankees como King Kong o Resident Evil 2). Su caracterización es bastante buena: el vestuario de la película está bastante conseguido. Pero nada puede salvar este despropósito. Y aquí viene uno de los grandes porqués…

(no hay spoiler posible a este bodrio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Snuff
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