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Argentina Argentina · mendoza
Voto de nahuelzonda:
9
Animación. Fantástico. Musical. Aventuras. Infantil Historia de magia y fantasía en la que la joven Alicia se sumerge en el sorprendente País de las Maravillas y conoce a extraordinarios personajes como Tweedledee y Tweedledum, el Sombrerero Loco, La Reina de Corazones y el frenético Conejo Blanco. (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La crítica es la parte ajena a la obra de arte, la impresión subjetiva que desprecia y que demanda. La burla consciente que nace de la parálisis creativa y de la frustración.
Por eso.
Esto no es una crítica, es una reacción, un primer impulso no meditado, una respuesta interna plagada de emoción, pero contenida en palabras y gestos gramaticales.

No había tenido la oportunidad de asomarme, como si sucedió hace días atrás, a la obra de Lewis Carroll. Tal vez sería más sincero decir que a una porción de su obra, tal vez la porción más sabrosa de todas. No tengo idea de sus otros aportes literarios, y solo conozco minúsculas reseñas sobre sus fuentes de inspiración. Sé que ha escrito otros libros y que es una personalidad literata admirada y venerada en muchos rincones del globo. Pero no es mi intención hacer una reseña de sus publicaciones ni elaborar un árbol genealógico absurdo de las incontables adaptaciones que tiene su obra. Acá, solo hablaré de las impresiones subjetivas que despertó sobre mí la imaginería de su mundo interno plasmado. Por otra parte, también sería infame decir que he leído algo de sus libros, de hecho no leí ninguno, ni siquiera el libro de la obra acá analizada. Lo que si conozco es una pequeña, pero fiel, adaptación hecha por esa inmensa fábrica de sueños animados que es Walt Disney, estrenada en el año 1951.

Este ensayo intenta consignar una serie de cualidades excepcionales, que a mi manera de ver, están contenidas en la obra “Alicia en el país de las maravillas”.

Alicia es una niña consentida, posiblemente la hija de algún aristócrata de turno. Es caprichosa si, pero repleta de vida y curiosidad. Ella no quiere aprender historia, le parece algo aburrido y soso. Su institutriz la reprende y la increpa diciéndole que los mejores libros son aquellos que no tienen dibujos. Alicia no está de acuerdo, ella llenaría el mundo de dibujos.

Creo que Lewis Carroll conocía muy bien la dinámica de la vida interior que comienza a desplegarse en todo niño, y que se pierde sistemáticamente en todo adulto. Ese mundo, que finalmente se cierra para Alicia, es una dimensión olvidada por todos, grandes y chicos, los primeros por conveniencia y rutina y los segundos porque son constreñidos para hacerse ajenos a el. Ese país de maravillas no es exclusivo de los niños, solo que estos tienen menos filtros y su percepción todavía no ha sido atrofiada por la cultura. Ese “otro lado”, oscuro, intangible, en gran parte desconocido, ese pliegue oculto tras los velos de la conformidad cotidiana, ese universo encantado que todos llevamos dentro, vacío de cartógrafos que lo definan y de fronteras que lo limiten, esa porción de nuestra humanidad que nos esforzamos constantemente por dejar de lado, es el territorio al que decide acceder Alicia.

Al precipitarse en el túnel, un viaje increíble y atemorizante la lleva hasta el cáliz de su intimidad más profunda. Esa porción infinita que se hace real y posible en tal descenso, es su rica vida interior, el alma rezagada que comienza ahora a desplegarse. Alicia descubre con asombro que este universo salvaje y excitante late a un ritmo diferente. El problema es que esta parte suya es desconocida. De esta manera no encuentra reposo ni solaz allí, no hay guías confiables, ni caminos trazados, todo es nuevo y sospechoso, sus habitantes son hostiles y hablan un lenguaje extraño, nadie la comprende ni intenta comprenderla. La mesa está servida para ella, pero nadie la invitó a sentarse. Pagará cara su osadía, y su anhelo por ese otro mundo se transformará en su perdición.

Todos somos Alicia. En ese país sin mapas todos somos peregrinos.

A medida que crecemos, somos paulatinamente arrojados a un mundo hecho a medida que nos despoja de nuestra vitalidad más íntima. Nuestras inclinaciones naturales se subordinan a la mediocridad social y a las formas pusilánimes de la ética. Nunca escuché a nadie que me dijera que las flores están vivas y que pueden oírnos, o que la noche y el día pueden coexistir en nuestro interior, o que los caminos inciertos valen la pena y que la locura puede ser reconfortante. Nadie nos dijo nunca jamás que nuestras entrañas esconden razones y que la maravilla es una experiencia posible en el hombre. Para la Liebre de Marzo siempre es primavera y para el Sombrerero Loco el banquete no se ajusta al calendario. Para ellos la fiesta es hoy. Ellos celebran la vida a cada instante.

Pero nosotros no sabemos permanecer en nuestro propio asombro, nos somos ajenos, queremos salir pronto, buscamos lo conocido. Estas tierras inciertas y sus extraños habitantes nos invitan a perder la cabeza, a reír, a gozar, a no calcular, a perder el control y a dejarnos llevar, confiando en el misterio, que es la primera forma de lo nuevo.

Nunca aprendimos a caminar nuestro propio suelo, no nos educaron para habitarnos.

Abraham Maslow dice:

Las escuelas deberían ayudar a los niños a mirar dentro de si (…) Es con respecto a los impulsos mas profundos en la especie humana, allí donde los instintos casi han desaparecido, donde son sumamente débiles, sutiles y delicados, donde es necesario adentrarse para descubrirlos, (…) empezar a oír en nuestro interior esas voces impulsivas tenues y delicadas, las señales de nuestra naturaleza.

Estoy seguro que Lewis Carroll sabía que el hombre está desesperado por encontrar las señales de su naturaleza perdida, que “espíritu” es mucho mas que una forma de hablar, que el caos es una manifestación necesaria del diario vivir, que la naturaleza misma habita en nosotros, que la lógica es la parte mas aburrida de todas las respuestas, y que ser ajeno a nuestra propia interioridad es la razón fundante de nuestra desconfianza ontológica con la vida.

Alicia fue juzgada y exiliada de si misma.
Nosotros elijamos ser soberanos y habitantes legítimos.
nahuelzonda
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