Película con altos y bajos con algunas escenas incomprensibles que sobrevivieran al montaje, rayando incluso lo ridículo.
En esta primera obra de Godard triunfan las ideas para suplir el bajo presupuesto .Algunas tomas las realizó el cámara en silla de ruedas para ahorrarse el montaje de raíles, obsérvese el caso del movimiento de personajes en la agencia de viajes con ida y vuelta sin ningún obstáculo, Godard demuestra aquí que tiene visión de director de cine.
Los diálogos, sin ser pretenciosos si tienen cierta profundidad en la dualidad de él, un tipo deplorable, y la inquietud intelectual de ella, no obstante en ocasiones resultan un tanto infantiles.
Jean Seberg y Jean Paul Belmondo, hacen una pareja atípica fuera del circuito de parejas que triunfaban en el cine de Hollywood; empalagosas o que empezaban odiándose para terminar, como era esperado, amándose. Aquí Jean Seberg y Jean Paul B. realizan con corrección sus interpretaciones con una Seberg ingenua y liberal que pregunta constantemente el significado de palabras en francés hasta en el magistral final. Igualmente el uso del realismo en las tomas callejeras se adecúa al desarrollo de la historia incluso la naturalidad de la protagonista la podemos notar en algún que otro tropezón recogido por la cámara que no se evitó en el montaje.
La música sigue el canon de las series negras, aunque al principio tiene algún desliz con el uso de música romántica cuando la pareja se encuentra algo que Godard abandona para imponerse el más adecuado estilo jazzístico.
Película que subraya un gran comienzo para un director y el merecido mérito para realizar otro film.