Muy al uso de los thrillers de asesinos en serie, aquí el efectismo y el "presunto" miedo se buscan de manera tosca, casi como que a empellones: hay que ponerse de los nervios sea como sea y a cualquier precio, a costa del guión, de los protagonistas o del entendimiento del respetable.
Para colmo, el reparto me pareció demasiado joven respecto al omnipresente Pacino, que a pesar del tinte y peinado que maneja va sobrado cabalgando por la función. Me recordó a ratos su papel en aquel Nueva York deprimente de su película de principios de los noventa -siento no recordar el nombre-.
En fin, se deja ver sin aspiración alguna de posteridad.
Nota: 4,45.