Ninny (Jessica Tandy), después de su larga experiencia vivida y ya al final del relato que le va contando a Evelyn (Kathy Bates), afirma que en la vida lo más importante es tener “amigos, buenos amigos”. Y creo que este es el tema fundamental de esta película que cuenta dos historias de amistad, ambas femeninas, la de Ninny y Evelyn, y la de Idgie y Ruth. En este último caso puede que en el libro en el que está basado el guión haya alguna declaración más explicita de una relación lésbica, pero en la película solo hay indicios que de ninguna manera pueden ponerse por encima de una verdadera amistad entre las dos jóvenes. Lo que si hay clarísimo es una magnífica interpretación por parte de las cuatro actrices principales y un guión muy sutil, pero firme en la crítica, para todo lo que representa una sociedad sureña, machista y racista. Y una fotografía muy limpia, cuidada y adecuada tanto a exteriores como a interiores, a planos generales o a planos más cortos. La ambientación es muy buena, en el asilo donde se desarrolla una historia, o en los ambientes donde se desarrolla la otra. Los colores son absolutamente distintos, como corresponde a dos sociedades ya distintas como consecuencia de la evolución natural de dichas sociedades. En algunos momentos, especialmente al principio, recordaba las películas de Almodóvar que tienen como tema principal el sentir femenino. El espectador puede pasar un rato muy agradable viendo esta película, pero no quedará indiferente a los problemas que se plantean. Y si en algún momento, sobre todo al principio, hay alguna escena de fuerte impacto dramático, tranquilo, porque toda la película está en un tono de comedia, romántica diría yo. Cine del que no hay que perderse cuando a uno le interesa saber como se pisotean los derechos humanos.