Descubrir cómo el jamonero Bigas Luna conseguía financiación para sus "obras" sería aun más jodido que descubrir la piedra filosofal o la fusión fría: imposible.

"Yo soy la Juani" es el intento patrio de hacer una especie de "A Todo Gas" pero versión hispana, cani y poligonera. Con dramón personal de por medio: cuernos, ínfulas de éxito y barriobajerismo verdulero.

Si hay algo que no se le puede criticar al pornógrafo imitador de Tinto Brass, es la perfecta comunión entre el ambiente tribal de motos, ciclados y mozas con aspiración a sparring y boletos prenatal. Con dos protagonistas tan atractivos como hacérselo con una tostadora. Entre la voz y careto del simio Dani Martín, (una versión aun más fiel de En Busca del Fuego, Jean-Jacques Annaud) y una tal Verónica Echegui, a la cual se le ve aun el gotelé en el pelo y las nalgas de lo mucho que sufrió para conseguir su estelar papel.

Imagino el cenáculo de productores patrios como una bacanal de viejos verdes, pasandose fotos de retoños ansisos de entrar en el estrellato: -Oye Bigas...¿A cuál nos follamos?- Entre risas de mandril, farias y olor a orín de geriátrico. Si la Guardia Civil hiciera bien su trabajo, se cargaban de un plumazo la mayor red de trata de blancas de España: la Academia de Cine Español.