No pocas veces he vertido sapos y culebras hacia un actor que me resultaba insulso, infumable y hasta desagradable: su repertorio en papeles de películas románticas era tan largo, como corta su esperanza por progresar en esto que algunas veces llamamos arte.

Pero hay que reconocerlo, McConaughey por fin se ha desprendido de ese aura calienta bragas, para demostrar ante el mundo que poco o nada tiene que envidiar a grandes como Brando, De Niro o sus más coetáneos: Di Caprio, Fassbender o Levitt.

Aquí actúa como cuña para una realización más bien parca y rutinaria por parte del director. La historia ha sido mil y una veces contada, pero no con dos personajes tan únicos y carismáticos: McConaughey y Leto. La cara y la cruz de dos experiencias vitales tan enfrentadas como gemelas.

Jared Leto parece que por fin se toma en serio su papel en la película, olvidando por unos instantes su menos agraciada carrera musical con 30 Seconds To Mars. Me esperaba un actuación solvente, pero no tan buena: la escena con su padre o la misma caracterización son exquisitas: tras los pantis, el carmín y la desnutrición, Leto se sirve de su mirada para regalarnos una interpretación soberbia, cercana y sensible. En resumen: el Oscar merecido a todas luces.

Volviendo con el protagonista, antes de ver la peli, me preguntaba cómo McConaughey le había arrebatado el Óscar a Di Caprio. Sólo lo entiendes cuando ves la película: Ron Woodroof es el alter ego de un actor que prácticamente acabó en el dique seco, sin expectativas para remontar su carrera y sin embargo se ha valido de su carisma para "sobrevivir" en papeles que han ido mutando poco a poco su olvidable rol de galán moja bragas. Ahí están Killer Joe, Mud, Dallas Buyers Club o su monólogo oscurantista en el capítulo piloto de True Detective.

Es una película que no brilla por su historia, si no por sus dos actores, que en si mismos son cada uno una película distinta: por un lado Ron se niega desde el minuto cero a aceptar ser "asesinado" por la FDA y los médicos, con un carácter y unas maneras que muestran sus ganas de vivir, que se jugará lo que tenga que jugar para salir adelante. Y por otro, el personaje de Leto como contrapunto a un Ron que se come la pantalla en cada plano.

En resumen: una gran película, entretenida y con dos interpretaciones para la historia del cine.