"Moonraker" es una de las películas de la saga Bond que más ha dividido a crítica y público: por un lado, están los fanáticos del agente británico del MI6 que aborrecen la cinta como la peor de toda la saga y por otro, los neófitos o advenidos seguidores del agente secreto que adoran la cinta por su vertiente ligera que no se toma en serio a si misma, pero ofrece sobrados méritos para entretener.

Razón no le falta al séquito de talibanes más acérrimos de 007 y críticos con la cinta: Roger Moore se limita a hiperbolizar, al ya de por si, histrión ianflemingiano con una interpretación que no sabemos donde empieza el personaje de ficción y donde acaba el verdadero Roger Moore.

La cinta es un collage de situaciones rocambolescas, hipervitaminadas, siempre cebadas de acción y exageración que de alguna forma, caricaturizaban a la leyenda del espionaje.

Pero en si mismo, ese carácter pulp y camp le dan a la cinta una frescura y ritmo notorios: la cinta es puro entretenimiento: Bond se recorre todos los rincones y bragas de medio planeta: desde Venecia, California hasta el Carnaval de Rio de Janeiro, el Amazonas e incluso, una estación espacial.

Dicho esto y aunque el argumento de la cinta sea tan hilarante como rocambolesco, es innegable que la cinta es todo un viaje: parece un videojuego donde lo importante no es tanto avanzar en la trama si no ir sorteando los distintos niveles/pruebas a los que es sometido el agente británico.

El argumento ya lo conocemos: el magnate Hugo Drax está construyendo una base espacial orbital con la idea de albergar allí una nueva generación de seres perfectos, un plan eugenéisico maquinado para acabar con todo bicho viviente de la tierra.

Hoy por hoy, Moonraker es un clásico más del cine de acción y ciencia ficción trash por antonomasia que intentó acertada o desacertadamente servir un cócktail de géneros malavenidos pero de resultados insospechados: pasamos del suspense, (escaso) al romanticismo más casposo, (Roger Moore encarna al über mench que se cepilla a toda hembra en edad de procrear) al cine de acción puro y duro, (las secuencias de Rio) hasta el western, (impagable la estampa de Moore enfundado en un poncho), el cine de catástrofes setentero y la ciencia ficción más kitsch.

Es por todo ello, que "Moonraker" resulta de forma imprevista en un perfecto producto de entretenimiento para todos los públicos, inofensivo, divertido y hasta sesudo en su letanía pro macho alfa anglosajón. De alguna forma, videojuegos como Uncharted o Just Cause rememoran todas las fantasmadas que el actor/personaje británico se limitó a mear fuera del tiesto fílmico.

Imprescindible.