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Voto de Ángel Moreira:
10
Thriller. Intriga Thriller sobre el famoso "Asesino del Zodiaco", un asesino en serie que, entre 1966 y 1978, mató a numerosas personas en San Francisco, al tiempo que enviaba a los medios de comunicación cartas con pistas. La acción se centra en las largas pesquisas de dos detectives que intentaron darle caza y en las investigaciones de dos periodistas que trataron de averiguar su identidad. (FILMAFFINITY)
21 de noviembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Están a punto de cumplirse diez años del estreno de esta indiscutible obra de arte, ese clásico que pasó desapercibido, y cuantas más veces la veo mejor me parece, y como suele ocurrir con cada película de este director, el mejor actualmente junto con Martin Scorsese, cada nuevo visionado que se hace sobre cualquiera de sus obras, más cosas nuevas aparecen que no habías visto la primera vez.

Zodiac es una obra perfecta en cada plano, frustrante y obsesiva, es la elegancia de retratar lo más horrible sin llegar a caer nunca en la vulgaridad, es ver reinventado el género del asesino en serie, es ver cómo el director David Fincher filma como un hombre poseído, como juega con los sonidos más comunes como el flash de una cámara de fotos que se dispara, o con los silencios más sutiles. Espectacular la manera en que se recrea el crimen que abre la película, donde predomina el sonido de un coche parándose en seco sobre la tierra, el paso firme de un asesino que avanza hacia lo que pronto serán sus próximas víctimas, el estruendo que produce el sonido de una ruger 9mm cuando se acciona su percutor mientras te susurra al oído la canción de Donovan “The hurdy gurdy man“.

La escena de una pareja en el lago a plena luz del día, donde podemos escuchar el viento agitando los árboles, el canto de los pájaros, el agua estrellarse contra las rocas, el sonido de cuerdas enlazándose para atar a sus víctimas, el de un cuchillo penetrando en la carne y unos gritos poniendo punto y final a un momento aterrador.

Realista la manera en que los policías intercambian datos por teléfono acompañados de un guión ágil y vivaz.

Una casa oscura y lúgubre casi al final de la película. Momento donde destaca la sutileza y una prueba evidente de que para suscitar en nosotros una sensación de pánico no se necesita hacer mucho ruido, solo saber que botones pulsar para hacer que nos agitemos en nuestro asiento. Una muestra más de que este genio sabe reptar por todo tipo de terrenos sin necesidad de recurrir a golpes reiteradamente efectistas.

Reinventando las claves del thriller centrándose, no tanto en el escenario del crimen como en lo que ello provoca en nuestros protagonistas, ubicándonos en su obsesión y su frustración. Un reparto magnífico con unas interpretaciones espléndidas donde destacan, el cada vez más sorprendente Jake Gyllenhaal y un soberbio Robert Downey Jr con un trabajo que va más allá del elogio.

Cuando se creía que en este tipo de thrillers ya estaba todo dicho, llega David Fincher y le da la vuelta con una visión completamente distinta y mucho más compleja. Una muestra evidente de hasta qué punto estaba muerto el subgénero. Nuestro director sabe contar como nadie lo inenarrable y ver las pesadillas más oscuras en los pliegues de lo cotidiano, y lo cuenta midiendo bien la tensión entre los saltos de una escena en la que se comete un asesinato a otra en la que se ve a la policía investigando, o a los periodistas recibiendo nuevas cartas de Zodiac. Fincher filma como el más perfeccionista de los arquitectos arriesgándose en cada plano, donde compone un puzle de un encaje tan delicado, que cualquier pieza irregular puede romper la armonía del conjunto. Pero está todo rodado con una grandiosidad tan sutil, que lo único que le puede amparar como destino, es la excelencia.

Otra muestra de que dejarse embaucar por el cine de David Fincher es una de las cosas más maravillosas de este jodido mundo. Conseguir disfrutar de su cine y evadirte de lo que te rodea tal vez no sea un método curativo, pero desde luego es satisfactoriamente paliativo, es saborear lo mejor del formalismo del cine clásico reconceptualizado en la era digital de hoy en día, porque cuando uno se sienta a ver una película de este director no viene a probar, no viene a catar, viene a degustar el mejor de los manjares.

No hay un director al que, por lo menos yo, le haya visto más obras maestras desde finales del siglo pasado, cuando dirigió “Seven” y “El club de la lucha” y en lo que llevamos de siglo con “Zodiac” y “Perdida”. David Fincher no sólo es único, no sólo es genial, es una persona que no tuvo infancia, nació siendo grande.
Ángel Moreira
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