Después de haber visto las tres películas del señor Kelly tengo claro que más que un director de cine es un estafador cinematográfico, alguien que hace del engaño su lenguaje narrativo. Y no me estoy refiriendo al engaño manipulador que todo buen narrador acomete hacia una historia al darle forma de una determinada manera, sino al puro engaño de quién manipula para dar gato por liebre. Y es que al respecto de 'La Caja' (o la conocida oficialmente como 'The Box) ya dejaba sobreentendido que no sabía discernir si el señor Kelly era alguien tremendamente inteligente, o completamente idiota. Este 'Southland Tales' me hace despejar bastantes mis dudas sobre alguien que pretende ser un genio por el simple hecho del todo vale, de darle la vuelta a las cosas en virtud de que alguien rescate del "algo diferente" los atisbos de genialidad.

Debo de ser de los que no "entendí" 'Donnie Darko', una película a mi modo de ver normalita que sin embargo muchos han convertido en film de culto. Tendría que volver a a ella para ratificar mi pensamiento actual de que sus siguientes películas me dan la razón sobre lo que es el señor Kelly, un vendedor de humo, un falso genio (y profeta) que adolece de lo que yo llamo el "cáncer del arte moderno", que se traduce en un arte "hueco" del que coloca una mierda de perro sobre un pedestal simbolizando un significado que sólo unos pocos entienden pero que, al provenir de un autoproclamado artista amigo de alguien, se transforma en una obra de arte que el común de los mortales no entienden porque, simplemente, son imbéciles.

'Southland Tales' es de esos films inéditos en nuestro país que, una vez visto, se despejaban las dudas sobre el por qué de su condición de "inédito". Nisiquiera en DVD, que yo sepa, se ha dejado ver. Y lo dicho, mejor que sea así, porque su metraje de más de dos horas es una pérdida de tiempo, y no porque sea mala de órdago, sino porque la cierta decencia de este absurdo resulta infame una vez se es testigo de un tramo final tan insultantemente ofensivo para la inteligencia de un ser humano. Y esa decencia nombrada muy cogida por los pelos, porque si el conjunto de esta película arrítmica, aburrida y prepotente se sostiene es por casualidad, entendiendo la casualidad como el momento de tu vida en el que te encuentres cuando la veas, y que te impulsa a ser más o menos bueno con el visionado de cualquier película, y en donde sólo un día malo o cuestión de principios como cinéfilo te permite acabar de verla sin adelantar o, directamente, quitarla.