Ésta película acoge al siguiente guión: director que se cree muy guay y que dirige una película en la que cuenta lo que le da la gana de la forma que le da la gana para producir una repulsa moral, ideológica y humanística por parte del espectador. Pero eso no es todo: las mutilaciones están confeccionadas con tal realidad que el espectador lo pasa fatal y sólo está deseando que haya un mínimo de cordura en los personajes y en las imágenes. 3 actores (el niño, Dafoe y la loca), personajes profundos, eso sí, que están totalmente locos. Realmente que el niño se suicide no es más que un pretexto para contar la historia de dos chiflados que se van a una cabaña en la naturaleza, justamente donde la mujer se siente más indefensa. Allí comienza su delirio. La mezcla de simbología, de ritos demoníacos y de gore no hacen más que producir descrédito en una película que va de seria, pero que finalmente en casa provoca una gran indignación y meses después, seguro, risa. Por cierto, el inglés de Charlotte es bochornoso, pero quizás nadie se atrevió a cumplir con un papel tan arriesgado (se la ve todo) que finalmente es efectivo. Dos actores buenos haciendo "porno" barato para la diversión de Lars Von Trier. Malísima.