Tal y como creía, me ha encantado “Kate & Leopold”, no sólo por la sorprendente e ilusionante historia de amor que viven nuestros protagonistas, sino por lo impactante que resulta conocer el día a día de un aristócrata de hace casi 150 años. Con cada generación se progresa un poco más a nivel técnico y científico (sólo hay que observar el cambio que ha sufrido Brooklyn en el transcurrir de esos años), aunque también es cierto que las relaciones sociales y afectivas han retrocedido: Leopold es un caballero que conquista a todas las mujeres con sus educadas formas y su meticuloso comportamiento. Además es un hombre honesto, no le agrada el sistema moderno basado en el engaño y la competitividad comercial en el que se sustenta el capitalismo y que uno debe seguir y apoyar para poder prosperar laboralmente. Para Kate, una mujer moderna de ciudad, no le ha sido sencillo conseguir sus objetivos y tampoco le gusta el uso de la mentira que ejerce su empresa para vender sus productos, pero los tiempos han cambiado, tal vez en demasía en ese aspecto, pues hemos olvidado valores fundamentales como la franqueza, la sinceridad y el honor, que deberíamos recuperar para progresar moralmente.