Es evidente que las dos horas de cinta no dejan indiferente a aquel que se siente frente a la pantalla. Primero porque aquello que te cuentan, no lo han hecho antes, o al menos no de forma tan directa. En Farenheit 9/11 Michael Moore lo que hace es presentarte las piezas del puzzle: Bush, la familia Bin Laden, el 11S, y dice "ahí las tienes", y que cada uno las una a su manera. Es evidente que deja entrever que el presidente de los Estados Unidos estaba involucrado en la muerte de 3.000 de sus ciudadanos, pero eso es algo que NO puede decir, ya que o tiene pruebas feacientes o se enfrenta a una jauría de abogados para lo que le queda de vida. Quizá por ello tiene mérito, casi algo temerario, Peter Joseph al afirmar con rotundidad lo que mucha gente piensa y no se atreve a decir en voz alta. George W. Bush es quien crea, en su propio beneficio el 11 S.

Simplemente el hecho de defender esta conclusión ya le otorga un enorme mérito, sobre todo si lo defiende con las numerosas pruebas que aporta, y se agradece que por una vez te dejen de hablar con paños calientes. Sin embargo no se detiene aquí. Trenza desde el origen de la religión al poder facto de los grandes banqueros en la actualidad. Los detractores de la película (viendo las críticas de esta misma web se ve que abundan) la tachan de simplista y partidista. Sí, es simplista desde el momento que trata de explicar 3.000 de religión en los primeros 40 minutos, dejándose muchísimos matices por el camino que se podrían discutir, pero la síntesis a la que llega es válida al menos para reforzar su argumento: El poder establecido hace que demos cosas por hecho, que en realidad puede que no sean así. Ya si el símbolo del pez lo utilizaban los antiguos cristianos en referencia a la era de piscis, o si fue porque las siglas coincidían con el acróstico Seguidores de Jesucristo, es algo que se puede discutir, pero si entráramos en cada vericueto que se nos ofrece, no se podría avanzar.

El documental tiene alguna fase farragosa, algo en lo que el propio Moore se mueve con bastante más soltura, aligerando o resumiendo con brillantez algunas ideas complejas, a las que en este caso hay que estar con los cinco sentidos para no acabar perdiéndose.

¿Que sí el film tiene tintes políticos? Es evidente. ¿Un arma demócrata antes de las últimas elecciones americanas? Pues lo mismo que trató de hacer con Farenheit 9/11, pero no por ello deja de ser cierto lo que dice.

En cuanto al tema de la banca internacional, es igualmente temerario al citar con nombres y apellidos a aquellos que están detrás de la cortina. Sinceramente, ninguno de los que aquí tecleamos unas líneas sabremos jamás con certeza quién estuvo detrás del 11S, el jueves negro de 1929 o el bombardeo a Pearl Harbour, pero si alguien tiene el valor y la temeridad necesaria para mostrar datos que los informativos y el resto de documentales no se atreven a aportar, merece toda mi admiración.