Jane Campion regresa al mundo de los dramas románticos de época al igual que hiciera con su film más célebre. En esta nueva película nos aproxima a los últimos años del poeta británico John Keats, un escritor que falleció prematuramente a la edad de 24 años y pasó a engrosar la numerosa lista de artistas más valorados después de su muerte que en vida.

La directora neozelandesa nos presenta una película pulcra, limpia, donde el mayor protagonismo lo cobran los sentimientos de los dos personajes principales, por lo que no estaríamos hablando de una biografía al uso sino más bien de un retrato preciso de la etapa más trascendente de la vida del poeta, donde conoció el amor y escribió sus versos más inspirados.

Al film le cuesta arrancar y encontrar su mejor tono, pero va ganando consistencia a medida que avanza, hasta llegar a un tramo final verdaderamente emotivo que constituye sin lugar a dudas la parte más interesante de la cinta. Es en esas escenas, tan líricas como desesperadas, donde el trabajo de Campion se aproxima más a la poesía de Keats. Hay una visión arrebatadoramente pasional de la vida, representada en el profundo amor que se profesan los dos amantes, pero también una presencia constante de la muerte que aporta el tono trágico que toda historia de amor imposible requiere.

En definitiva, película correcta en su planteamiento y realización, que se ve algo perjudicada por un prólogo al que le falta nervio y un tramo central que reclama más pasión, pero que se ve recompensada por un desenlace deliciosamente amargo.