Como concepto "Noe" es algo así como "Gladiator y sus amigos-piedra contra los malotes comeanimales", es decir, un despropósito del tamaño de una plaga bíblica. Una película miniamlista disfrazada de espectáculo. Darren Arafnosky ha cogido un texto susceptible de ser interpretado y lo ha interpretado a su gusto y manera para hacer una epopeya minimalista que quizás poco tenga que ver con el espíritu cristiano pero que mucho tiene que ver con el entretenimiento y con una visión humanista de la historia. Porque al fin y al cabo eso es lo que consigue "Noe", demostrarnos que los humanos somos un error de concepto y como todo error, puede arreglarse (aunque sea a base de desastres de grandes proporciones). Es difícil imaginar este "Noe" sin la impresionante presencia de un Rusell Crowe que coge la película con sus manos y la zarandea componiendo un personaje desconcertante con múltiples lecturas lo cual es coherente con el conjunto. No es una gran interpretación, pero es una magnifica composición. Resulta imposible imaginar este Noe sin Crowe. El problema de "Noe" es la diferencia entre lo que esperamos de ella y lo que nos ofrece. No es una mala película, es más, me atrevería a decir que obviando algunos momentos innecesarios (como todos los relacionados con Matusalen o ciertos aspectos románticos) es una gran película que regala una visión diferente de algo que ya conocemos. "Noe" se puede tocar, oler y escuchar, es una película viva que utiliza las licencias para entretener y colarnos un subtexto (en este caso el texto original). Una película que funciona mejor desde el absoluto desconocimiento de lo que vamos a presenciar. ¿Y que queda si despojamos a “Noé” de todo cuanto nosotros añadimos como puede ser las lecturas cristianas o filosóficas? Pues queda una magnífica película, que diablos.