Que lo mejor de una película sean los títulos de crédito finales dice demasiado de esta secuela que solo funciona cuando asume su condición de secuela. El intento de dar un nuevo empuje a la franquicia “21 Street” es de un ingenuo y un tonto que asusta. Su historia, repetición de la primera, es un auténtico despropósito plagado de callejones sin salida que están ahí solo para colarnos algunos gags que funcionan a medio gas. De acuerdo, si os reísteis con la primera os reiréis con la segunda (la formula es la misma) pero si os reísteis de la primer os digo ya mismo y aquí mismo que vuestro sentido del humor es tan consistente como el graduado escolar de Belén Esteban. Todo aquí es una tontería encajada sin sentido y en función de que dos estrellas de Hollywood se estrellen en una sucesión de gags repetitivos y sin gracia. Me he reído mas en la consulta de un dentista que viendo esta secuela sin encanto. ¿De verdad hemos perdido tanto el norte? ¿De verdad somos tan idiotas como para no exigirle más a una superproducción de Hollywood? ¿De verdad hay buenos guionistas, directores, productores en esta secuela? Maldita sea, estamos hablando de Philip Lord y Chris Miller quienes nos han dado el regalo del año con la serie de comedia "Brooklyn Nine Nine" donde en un solo capítulo de 20 minutos hay mas gags que funcionen que en las dos entregas de "Infilitrados...". ¿Dónde está el problema? ¿Los guionistas? Iker Jimenez debería bajar de la nave del misterio y explicarnos porque esta tontería sin la menor gracia ha arrasado en taquilla. Porque reconozcámoslo, hay que ser muy torpe para aburrir con tal cantidad de recursos. Reconozco que hay algún que otro momento entretenido (que no divertido) y que la química entre Jonah Hill y Channing Tatum puede funcionar si eres un adolescente con las hormonas a pleno hervor, pero no… esto no hay por donde cogerlo. Es mala de solemnidad y no lo es porque simplemente lo sea sino porque tenía la posibilidad de ser una buena película de humor y dinamita todo eso asentándose en un tópico tras otro y en una broma adolescente tras otra. Hay una gran diferencia entre el humor absurdo y el humor inteligente. Por desgracia esta película carece de ambos. Es mas de lo mismo, servido sin gracia y repitiendo una vez tras otra lo que teóricamente creen que funciona. Seguramente vosotros os habréis reído con ella, yo no he conseguido ni medio sonreír hasta los títulos de crédito finales que, eso sí, he de reconocer que tienen su gracia (porque usan la parodia de forma inteligente). De acuerdo, soy un hereje por no haber disfrutado de esta soplapollez… llamadme anciano, llamadme ciego, llamadme inculto, llamadme lo que queráis… pero no gastéis vuestro dinero en esta tontería. Es un buen consejo, creedme.