“El protector” es una de esas películas de acción que sin ser nada del otro mundo acaban resultando entretenidas porque esta cargada de buenos actores, lo que siempre hace parecer a una película mejor de lo que es, incluso cuando -como en esta película- los actores están para pegarles un tiro en la rodilla y prohibirles actuar para el resto de sus respectivas vidas. El guión es pasable aunque no esconde ninguna sorpresa, los diálogos son malos pero el falso ritmo que impone Gary Fleder nos hace creer que pasan cosas cuando realmente toda la narración de “El protector” podría resumirse en cinco y aun nos sobrarían cuatro para poner un plano fijo de la mandíbula tensa de Jason Statham. “El protector” es una película mucho peor de lo que parece pero tampoco es un absoluto desastre. Es pura mediocridad vestida de Yves Saint Laurent. Lo que sorprende es como una película de este calibre apuesta todas sus cartas a un flojísimo guión de acción ochentero marca de la casa Stallone que no tiene ni una sola virtud y en cambio hace colección de un tópico tras otro. ¿Por qué digo que una película tan desaprovechada tiene virtudes? Porque las tiene. Que hagas algo mal no significa que el resultado sea malo. Y curiosamente, toda la torpeza que hay en “El protector” la convierte en una especie de descafeinado homenaje a las películas de vengadores rurales de los años 70s y 80s –bandas moteras incluidas-. Puede que ni tan solo la película sea entretenida, a lo mejor es que me he dejado llevar por la nostalgia… y porque aparece la siempre maravillosa Winona Ryder haciendo minifaldera de oscuras intenciones.