Que Tarsem Singh es un director especialmente dotado para la imaginería visual es algo que a nadie puede extrañarle ya. Que sea un buen director es harina de otro costal. Porque, a pesar de que esta película es entretenida, divertida (mucho) y visualmente arrebatadora… no es cine de calidad. Porque al final todo es artificio y está tan vacía de alma como el espejo que titula la historia. Un encorsetamiento del que no puede escapar porque tampoco tiene claro hacia que publico está dirigida y, aunque la historia es simple, se convierte en un sinsentido en demasiados momentos. No es tanto un problema de guión como de los diferentes tonos que escoge el director y que nunca acaban de encajar. ¿Recomendable? Si, sobre todo para los más jóvenes. ¿Una buena película? No. Pero Tarsem Snigh ya nos tiene acostumbrados a este buen mal cine y tampoco es desagradable del todo. ¿Qué se ha hecho del magnífico director de “El sueño de Alejandría” o esa obra maestra que fue “La Celda”? Parece como si se hubiese vendido al oro de Moscú y prefiera una obra popular (como son sus dos últimas películas “Inmortals” y esta “Blancanieves”) al cine que hacía en sus inicios. O quizás el problema es nuestro y fuimos nosotros los que le sobrevaloramos en sus inicios. Pero tampoco se lo vamos a reprochar… el dólar huele tan bien…