La película se centra en un cineasta griego (Harvey Keitel) que vuelve a su país tras estar exiliado en los Estados Unidos durante 35 años, es invitado a la proyección de uno de sus filmes más controversiales. Además, su interés en realizar un documental de los hermanos Manaki, pioneros del cine de los Balcanes, lo hace emprender un gran viaje por esta región geográfica en busca del primer film de ellos, hasta entonces perdido.

Este viaje, presentado como toda una odisea para el protagonista, resulta, como es de esperarse, completamente revelador e introspectivo. Tras una ausencia de tantos años, el director de cine vuelve a lugares ya pisados y que obviamente han cambiado, pero no es solo un viaje presencial con el presente, es un viaje donde el pasado toma vida y se le muestra al protagonista.

Se enfrenta también a un contexto histórico que le es completamente ajeno, sale de la comodidad que representa un país como los Estados Unidos para él que está bien acomodado. Para recaer en una región con un álgido período político y de muchos conflictos, la ex Yugoslavia, ya sea por las distintas etnias, religiones o por posición ideológica, deberá hacer frente también a eso.

Theodoros Angelopoulos es un cineasta alejado del convencionalismo argumental, su cine no es sencillo de ver, y puede resultar toda una pesadilla para quien no se deje llevar por la propuesta. Así de simple, el viaje que emprende el protagonista lo debe emprender el espectador, sin detallar tanto en que ve, solo dejarse llevar.

Todo se basa en la mirada, las primeras miradas que estos hermanos cineastas tomaban de una región que en el año del film, se encuentra totalmente devastada, esa mirada hasta inocente que lo que hacía era ver la cotidianeidad, se enfrenta a la mirada que tiene el protagonista ahora, a la reconstrucción que va haciendo de su pasado y su presente.

Esta Road Movie está filmada con un aire poético impresionante, la dirección de Angelopoulos sobresale por el virtuosismo con que la cámara se mueve de un lado para otro, con las largas secuencias que se acostumbran en su cine. Una puesta en escena perfectamente coreografiada y una utilización del lenguaje cinematográfico soberbia, en especial, en aquellas escenas ya mencionadas donde pasado y presente se mezclan.