Media votos
6,1
Votos
912
Críticas
5
Listas
7
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Sabir:
10
7,6
20.134
Drama
En un pequeño pueblo de Castilla, en plena postguerra a mediados de los años cuarenta, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, ven un domingo la película "El Doctor Frankenstein". A la pequeña la visión del film le causa tal impresión que no deja de hacer preguntas a su hermana mayor, que le asegura que el monstruo está vivo y se oculta cerca del pueblo. (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es pura magia. Se puede analizar social, política y psicológicamente hasta el paroxismo, pero ha de adentrarse en ella con ojos de niño para poder apreciar toda su belleza y contenido. Yo la vi una noche, en la cama, tras un día cansado, pero, pese a su ritmo lento y a sus silencios, no me quedé dormido. En su conjunto, la obra tuvo un efecto de gran ensoñación y se fundió de forma totalmente integrada con un largo insomnio posterior.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Al igual que Ana, caí en el truco del cine. No hice caso a la advertencia y me tomé en serio esa mágica mentira. Y también me pregunté: ¿por qué matan al hombre de la casa del pozo? Mi hermana mayor me da sesgadas razones políticas y sociales, pero sigo sin entender: ¿por qué lo matan? Los espíritus son buenos si eres bueno con ellos. Me apuntó con una pistola pero luego me sonrió. No hay razón para temer cuando se es bueno, o eso es lo que dice Mamá.
Pero aún así tengo miedo. Miedo de la muerte cuando mi hermana se burla de mí y formo parte de sus juegos violentos. Después se ríe, como si no tuviera importancia, como si fuera algo normal, y no tengo más remedio que perdonarla; pero lo he pasado mal. También tengo miedo del espíritu. Aunque su expresión es bondadosa y me gustaría jugar con él cerca del río, cuando tiende la mano hacia mí, yo tiemblo de miedo y me echo a correr para quedarme dormido lejos, muy lejos de allí.
Pero aunque le tenga miedo también quiero conocerlo. Porque sé que hay algo escondido en el tenso silencio de Papá y Mamá que nos obliga a hablar susurrando. Sé que hay algo de cierto y misterioso en las películas que proyectan en el pueblo, en lo que se dice en la escuela. Sé que el tren en torno al que jugamos llega a otros lugares por conocer. Hay una verdad que palpita allá afuera y quiero conocerla, porque el puro deseo de conocer, tan infantil como humano, se apodera de mí.
Y sé que esa verdad no se encuentra en las paredes frías de la enorme casa en la que vivo. Porque Mamá sólo duerme, aunque cuando piso su cuarto me he dado cuenta de que siempre finge dormir. Y porque Papá vive a destiempo, la luz de su cuarto brilla de noche y siempre escucho sus pasos rezumbar. Milagros dice que tiene que dejarse de "imaginerías". Mi hermana es mi única compañera pero creo que se burla de mí porque me ve como una niña tonta. Pero en realidad ellos tampoco entienden. Por eso cuando Papá descubrió el secreto de la casa del pozo me eché a correr lejos de él, lejos de esa casa, lejos de ese pueblo.
Porque Ana sabe que allí ya no habita el espíritu: un espíritu que es la vida y que es la verdad. Un espíritu fantasmagórico, mágico, que habita detrás del silencio. Un espíritu cuyo cuerpo es el de Frankestein, cuerpo cosido de cadáveres de víctimas de una guerra sin sentido, un intento desesperado de vivir a pesar de todas las heridas, de todas las separaciones, de todo lo que ha se ha roto, para siempre quizás.
Ana tiene miedo de ese espíritu pero quiere encontrarlo. Yo también tengo miedo de la verdad pero quiero encontrarla. Y no sólo de esa verdad histórica, sino de la verdad que habita más allá de mi cuarto. Cojo un vaso de la mesilla de noche y bebo agua, y al igual que Ana me cuesta tragarla. Porque me cuesta aceptar esta realidad, esta casa, esta gente. Ana cree que levantándose y pronunciando su nombre, el espíritu llegará, y una parte de mí también quiere levantarse y abrir el ventanal y mirar al cielo. La verdad habita más allá, allí afuera, quizás sólo hace falta asomarse a ella y me susurrará lo que este mundo oculta.
Pero no es tan sencillo. Ana no tardará en descubrirlo. ¿Y entonces se volverá una más? ¿O albergará en su corazón aquella extraña historia y en el fondo todo aquello será el inicio de un nuevo porvenir, el germen del cambio?
No hay tanta distancia entre esa España de posguerra y la sociedad actual. Tan sólo que entonces la verdad se ahogaba con silencio y censura. Hoy se ahoga a borbotones de ruido e hiperactividad. Y es entonces cuando una película te regala el silencio y la hondura. Y es como si volvieras a nacer y a tener aún toda la magia por delante: todo el deseo, y todo el temor.
P.D.: No olvidaré la estupenda banda sonora de Luis de Pablo. El sonido de esa flauta en Sol es tan mágico como el resto del film.
Pero aún así tengo miedo. Miedo de la muerte cuando mi hermana se burla de mí y formo parte de sus juegos violentos. Después se ríe, como si no tuviera importancia, como si fuera algo normal, y no tengo más remedio que perdonarla; pero lo he pasado mal. También tengo miedo del espíritu. Aunque su expresión es bondadosa y me gustaría jugar con él cerca del río, cuando tiende la mano hacia mí, yo tiemblo de miedo y me echo a correr para quedarme dormido lejos, muy lejos de allí.
Pero aunque le tenga miedo también quiero conocerlo. Porque sé que hay algo escondido en el tenso silencio de Papá y Mamá que nos obliga a hablar susurrando. Sé que hay algo de cierto y misterioso en las películas que proyectan en el pueblo, en lo que se dice en la escuela. Sé que el tren en torno al que jugamos llega a otros lugares por conocer. Hay una verdad que palpita allá afuera y quiero conocerla, porque el puro deseo de conocer, tan infantil como humano, se apodera de mí.
Y sé que esa verdad no se encuentra en las paredes frías de la enorme casa en la que vivo. Porque Mamá sólo duerme, aunque cuando piso su cuarto me he dado cuenta de que siempre finge dormir. Y porque Papá vive a destiempo, la luz de su cuarto brilla de noche y siempre escucho sus pasos rezumbar. Milagros dice que tiene que dejarse de "imaginerías". Mi hermana es mi única compañera pero creo que se burla de mí porque me ve como una niña tonta. Pero en realidad ellos tampoco entienden. Por eso cuando Papá descubrió el secreto de la casa del pozo me eché a correr lejos de él, lejos de esa casa, lejos de ese pueblo.
Porque Ana sabe que allí ya no habita el espíritu: un espíritu que es la vida y que es la verdad. Un espíritu fantasmagórico, mágico, que habita detrás del silencio. Un espíritu cuyo cuerpo es el de Frankestein, cuerpo cosido de cadáveres de víctimas de una guerra sin sentido, un intento desesperado de vivir a pesar de todas las heridas, de todas las separaciones, de todo lo que ha se ha roto, para siempre quizás.
Ana tiene miedo de ese espíritu pero quiere encontrarlo. Yo también tengo miedo de la verdad pero quiero encontrarla. Y no sólo de esa verdad histórica, sino de la verdad que habita más allá de mi cuarto. Cojo un vaso de la mesilla de noche y bebo agua, y al igual que Ana me cuesta tragarla. Porque me cuesta aceptar esta realidad, esta casa, esta gente. Ana cree que levantándose y pronunciando su nombre, el espíritu llegará, y una parte de mí también quiere levantarse y abrir el ventanal y mirar al cielo. La verdad habita más allá, allí afuera, quizás sólo hace falta asomarse a ella y me susurrará lo que este mundo oculta.
Pero no es tan sencillo. Ana no tardará en descubrirlo. ¿Y entonces se volverá una más? ¿O albergará en su corazón aquella extraña historia y en el fondo todo aquello será el inicio de un nuevo porvenir, el germen del cambio?
No hay tanta distancia entre esa España de posguerra y la sociedad actual. Tan sólo que entonces la verdad se ahogaba con silencio y censura. Hoy se ahoga a borbotones de ruido e hiperactividad. Y es entonces cuando una película te regala el silencio y la hondura. Y es como si volvieras a nacer y a tener aún toda la magia por delante: todo el deseo, y todo el temor.
P.D.: No olvidaré la estupenda banda sonora de Luis de Pablo. El sonido de esa flauta en Sol es tan mágico como el resto del film.