Las comedias reflexivas otorgan una excelente perspectiva sobre la sociedad y alguno de sus problemas. En esta ocasión, el tema principal es la vida consumista y aquella que pierde un poco el sentido de la familia. Adam Sandler encarna a Michael Newman que vive junto a su esposa y dos hijos. Él es arquitecto, pero debido a su adicción al trabajo poco a poco va descuidando a su familia.
En un día de compras, Michael entra en una vieja bodega donde un inventor le otorga su último invento: un control universal, el cuál modifica al mundo que le rodea.
Michael utiliza a su antojo todas las opciones del control para satisfacer su vida, pero poco a poco su vida se va frustrando.
Como decía al principio, la película ofrece una exquisita reflexión sobre la vida materialista. El personaje principal encara todas las situaciones que alguien puede vivir, si está obsesionado con los bienes materiales.
Las escenas cómicas están en su punto, hay partes que hacen reír, pero no deja de pecar, al añadir ciertos chistes soeces en escenas donde no tienen cabida.
La narración es ordenada, pero después de un rato aborda temas con un toque de sentimentalismo barato.
Llena de ideas originales, "Click: Perdiendo el control" favorece por hacernos pensar y no convertirse en una simple comedia chabacana.