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España España · Aranda
Voto de Larrory:
7
Comedia Después de dar a luz a su hija Marina, Eva ya no es capaz de dormir. También Alba padece insomnio: la acaba de dejar su novio, aunque trata de ocultarlo, diciéndole a todo el mundo que se ha ido a Londres. De todos modos, Alba cuelga en su escuela un cartel de "comparto piso". Le contesta Rafa, un joven estudiante de interpretación sobre el que ella proyecta sus necesidades sentimentales. Otro que no puede dormir es Juan. Cuando él y su ... [+]
6 de marzo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nota que Chus Gutiérrez ha hecho su aprendizaje de cinesta en los USA. Esta película tiene un inconfundible sabor a comedia estadounidense, a pesar de que sus ingredientes hayan pasado por el tamiz del tremendismo íbero. Así, la palabra más usada en ella es "follar".
Viene a ser una mezcla de esperpento y de comedia azucarada americana. Las situaciones expuestas en los destinos entrecruzados de tres mujeres dispares son los habituales de ese tipo de guión, pero con las tonalidades un tanto broncas propias del talante hispano.

Compungida y llorosa estará Alba, la novia abandonada, pero el mismo día en que su pareja le anuncia que rompe, se lía a "follar" con un desconocido en el retrete de una discoteca, y luego con todo quisque que se le cruza, inclusive el amigo de una compañera. Dadas esas compulsivas refocilaciones, extraña que no se encame con el apuesto huésped que comparte su vivienda, pero claro, en ese caso no daría juego su obsesión por ocultar la verdad a sus conocidos.
Ese obvio truco de guión no es óbice para que apreciemos jubilosos la maestría con la que la directora ordena el andamiaje de los tejemanejes urdidos por Alba para tratar de soslayar la confesión de su desgracia, hasta culminar en la orgasmástica escena en la que la superchería se descubre a vista de todos.

También está desarrollada con desgarro muy español la progresiva disolución de la pareja cuyo matrimonio está anunciado, con un final apoteósico que es todo un clásico: ya delante del altar y en presencia de toda la familia ¡parte de ella venida de Badajoz! el casamiento se va por la vía de Tarifa. La escena compite en donosura con las mejores del género, entre las cuales quiero recordar la incluida en El gran calavera, de Buñuel.

Nos queda Eva y los trastornos laborales y domésticos que le acarrean el nacimiento de una hija. Suenan a vivencias reales los problemas que se le plantean para compaginar maternidad y trabajo, de modo que no es de extrañar que descaezca la natalidad en nuestros paises desarrollados, por lo menos en las familias nativas.
Eso de cargar de hijos se ha tornado cosecha, poco menos que exclusiva, para casa de pobres inmigrantes, que suelen ir escoltadas de toda una chiquillada, amén de lo que llevan en la barriga. ¡El mundo se ha vuelto ansí!

Total, que Chus ha hecho muy bien en ilustrarse en los Estados Unidos, y mejor aún en regalarnos con su particular adaptación al ámbito español de americanadas tópicas.
Larrory
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