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España España · Lleida
Voto de Uma:
7
Drama A finales del siglo pasado, en un monasterio situado en las montañas del Magreb, ocho monjes cistercienses viven en perfecta armonía con sus hermanos musulmanes. Pero una ola de violencia y terror se apodera lentamente de la región. A pesar del creciente peligro que los rodea y de las amenazas de los terroristas, los monjes deciden quedarse y resistir. (FILMAFFINITY)
18 de enero de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hemos vivido unos años en los que el cine realista había desarrollado un estilo muy determinado al que se ha apuntado todo aquel director que se precie de estar a la vanguardia, en la cresta misma de la ola. Cámaras frenéticas, planos subjetivos enloquecidos, ausencia de límites en el contenido de las imagenes, con lo que nos hemos puesto las botas con sexo y violencia hasta salirnos por las orejas. Eso, ya está, ya lo tenemos: la cámara sin trípode y en manos de un operador con parkinson ES el realismo. Pues yo andaba ya un poco hastiado de tanto mareo, y de un cine tan ansioso por sorprender que al final ha terminado por ser previsible.

Me pareció muy interesante una película del año pasado llamada Ajami, una película con afan realista que formalmente se limitaba a mostrar los hechos, sin volver loco al espectador. La película termina siendo cruda y creíble. De Dioses y Hombres se afilia en esta línea. Puede que estemos ante un nuevo estilo de cine realista, donde es más importante lo que ocurre dentro del encuadre que la forma que se da a ese encuadre.

De Dioses y Hombres es una película realista y cruda. Está narrada a un ritmo pausado, sin prisas. La puesta en escena está depurada al máximo, se guía por la austeridad, no solo en aquello que muestra, sino en como lo muestra. No hay más planos que los imprescindibles para mostrar lo que está contando, ni uno más. Y de ese modo, la cámara, desaparece y el espectador viaja al interior de la película.

La primera parte se hace casi aburrida, se puede llegar a pensar que es innecesaria tanta rutina. El dispensario, el huerto, la comida, los oficios... La película no empieza nunca. ¿Estamos en un documental? He leído en otras críticas que tanta lentitud hace daño a la película. Discrepo de ello. La primera parte es un elemento imprescindible para que funcione la segunda parte, es su única razón de ser. Sin ese ritmo lento inicial, el desenlace no tendría la potencia que tiene.

En la segunda parte, la película no acelera su ritmo. Lo que crece exponencialmente es la tensión dramática. Y es precisamente la pausa con la que ocurren los acontecimientos, en la cual ya estamos metidos, la que genera esa tensión. Es una brillante ejecución por parte de Xavier Beauvois, que demuestra que domina a la perfección los mecanismos para narrar una historia.

La violencia está implícita en las imagenes austeras. Y pongo como ejemplo, sin desvelar, una secuencia que a juicio del que suscribe, es sencillamente genial: mientras los monjes rezan en la capilla, un helicoptero sobrevuela el monasterio. El ruido en la callada hora de la oración, resulta aterrador. No hace falta nada más. Toda la película, conceptualmente, está fabricada para que momentos como el que acabo de describir funcionen.
(Sigo sin desvelar)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Uma
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