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España España · Lleida
Voto de Uma:
10
Western. Aventuras Texas. En 1868, tres años después de la guerra de Secesión, Ethan Edwards, un hombre solitario, vuelve derrotado a su hogar. La persecución de los comanches que han raptado a una de sus sobrinas se convertirá en un modo de vida para él y para Martin, un muchacho mestizo adoptado por su familia. (FILMAFFINITY)
31 de marzo de 2010
84 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas con fama de obras maestras despiertan a una legión de brillantes cinéfilos cuyo objetivo es buscarles los defectos, "derrumbar el mito", como dicen algunos. Es un empeño que a mí se me hace incomprensible. ¿Para qué derrumbar mitos? Una película, cuando se enfrenta a un espectador está tan desnuda como el primer día que fue vista, allá por el año 56, y espera ser juzgada, siempre se ofrece tal cual es. Los mitos son un prejuicio más, que lleva a unos a la ciega adoración, y a otros a una vanidosa disertación. La película es lo que es, no hay más, y como tal debe ser criticada.
Dicen los destructoresdelmito que Centauros del desierto es un película fordiana, pero imperfecta. ¿Hay algo perfecto en este mundo? Quizás un ordenador haga algún día películas perfectas, pero hoy por hoy, son los hombres quienes hacen cine. Centauros del desierto es imperfecta. Mejor. Eso resalta sus virtudes. Tiene fallos en la continuidad, errores absurdos de montaje, pequeñas lagunas en su avance temporal y espacial. ¿Y qué? No debe juzgarse una película por eso, no en mi opinión. Y le pongo un 10 aunque veo que tiene esos errores. De una película se debe esperar, según mi opinión, otra cosa.
Centauros del desierto tiene una enorme fuerza visual. La imagen cuenta cosas, y lo hace con hondura, como pocas veces se ha visto. Es una cima en este aspecto. Da igual si es Tejas o Almería. El cine es imagen, y Ford la emplea aquí como nunca antes ni después. Solo por eso, que le den por el culo a los errores de rakord, o a si un río es rojo o azul. Quien los ve es que está comiendo pipas y no está por la labor.
Centauros del desierto fabrica un personaje eterno. Es una rareza en el cine americano de los cincuenta, y más en el western. Ethan tiene una dimensión dramática atemporal, es de una modernidad desconcertante. Con la brillante interpretación de John Wayne se nos muestra un personaje oscuro, primitivo, obsesionado. Es un personaje-símbolo. Encarna al nómada, al salvaje, al que no es capaz de adaptarse, y con ello Ford (y Nuguet) lo convierte en un personaje romantico, soñado, condenado a desaparecer. Ese personaje, esa figura, trasciende. Está vigente en 1862, en 1956 y en 2010.
De una película esperamos que nos atrape en un torrente de emociones. Ésta lo hace. Y sus armas son el encuadre, el espacio, el dibujo de los personajes, los silencios, el ritmo, las pausas cómicas (muy fordianas), la luz, el color, la música, el uso del tiempo, la tensión, el odio y el amor, y unas cuantas cosas más. Todo está en Centauros del desierto. Lo demás son tonterías.
Uma
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