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Voto de Uma:
8
6,8
32.159
Drama. Ciencia ficción
Justine (Kirsten Dunst) y su prometido Michael (Alexander Skarsgård) celebran su boda con una suntuosa fiesta en casa de su hermana (Charlotte Gainsbourg) y su cuñado (Kiefer Sutherland). Mientras tanto, el planeta Melancolía se dirige hacia la Tierra... (FILMAFFINITY)
27 de marzo de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melancolía... El académico que se encargó de definirla en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua debía saber bastante bien de lo que hablaba, o le gustaba mucho la palabra, porque le dedicó una definición más larga y bonita de lo habitual en el viejo libro de las palabras: "Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre el que la padece gusto ni diversión en ninguna cosa". Es una definición melancólica en sí misma, de un académico probablemente melancólico.
Von Trier, que es un hombre melancólico segun a confesado varias veces, tiene por costumbre ponerse retos bastante gordos. Muy pocos cineastas pueden hacerlo, porque muy pocos pueden hacer lo que les da la gana. Si en otras ocasiones quiso fotografiar el amor (Rompiendo las olas), la maldad (Anticristo) o la amoralidad del ser humano (Dogville), esta vez se ha puesto un reto igual de difícil: intentar encerrar en una pantalla de cine la libertad.
La libertad es para Von Trier el sencillo ejercicio de uno mismo, lo que lleva necesariamente a hacerse una idea bastante palpable del significado y el abasto real de lo diversa que es la especie a la que pertenecemos, como ninguna otra sobre la faz de la tierra. La diversidad es el mecanismo hallado por Trier para someter su idea a una pantalla. Una hermana rubia y otra morena, una loca y otra convencional, una palpitante y otra domesticada, una ávida y otra complacida. Ambas melancólicas hasta el fondo de sus huesos, ambas presa de una tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentren gusto ni diversión en ninguna cosa.
Como siempre, lo mejor de Trier no es aquello que se suele destacar de él. El árbol a veces no deja ver el bosque. Personajes, personajes e interacciones entre ellos. Ese es el secreto de la fascinación de sus películas. Sus bellísimos planos a cámara ultralenta, sus provocaciones, solo son la salsa de la composición. A ésta la sostienen personajes de una intensidad catalizadora, agotadora, asfixiante, personajes tremendamente transparentes a pesar de sus complejidades extremas. Este potaje solo es factible de la mano de actores de altura o actores capaces de vaciarse, colgarse en un armario y ponerse en manos de un director que sabe modelarlos para lograr esa intensidad. Los personajes traspasan la pantalla en esta película, vomitan sus estados de ánimo hasta empaparnos y nos inyectan aquello que experimentan, Trier es un genio para eso, con lo cual sus angustias se contagian.
Von Trier, que es un hombre melancólico segun a confesado varias veces, tiene por costumbre ponerse retos bastante gordos. Muy pocos cineastas pueden hacerlo, porque muy pocos pueden hacer lo que les da la gana. Si en otras ocasiones quiso fotografiar el amor (Rompiendo las olas), la maldad (Anticristo) o la amoralidad del ser humano (Dogville), esta vez se ha puesto un reto igual de difícil: intentar encerrar en una pantalla de cine la libertad.
La libertad es para Von Trier el sencillo ejercicio de uno mismo, lo que lleva necesariamente a hacerse una idea bastante palpable del significado y el abasto real de lo diversa que es la especie a la que pertenecemos, como ninguna otra sobre la faz de la tierra. La diversidad es el mecanismo hallado por Trier para someter su idea a una pantalla. Una hermana rubia y otra morena, una loca y otra convencional, una palpitante y otra domesticada, una ávida y otra complacida. Ambas melancólicas hasta el fondo de sus huesos, ambas presa de una tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentren gusto ni diversión en ninguna cosa.
Como siempre, lo mejor de Trier no es aquello que se suele destacar de él. El árbol a veces no deja ver el bosque. Personajes, personajes e interacciones entre ellos. Ese es el secreto de la fascinación de sus películas. Sus bellísimos planos a cámara ultralenta, sus provocaciones, solo son la salsa de la composición. A ésta la sostienen personajes de una intensidad catalizadora, agotadora, asfixiante, personajes tremendamente transparentes a pesar de sus complejidades extremas. Este potaje solo es factible de la mano de actores de altura o actores capaces de vaciarse, colgarse en un armario y ponerse en manos de un director que sabe modelarlos para lograr esa intensidad. Los personajes traspasan la pantalla en esta película, vomitan sus estados de ánimo hasta empaparnos y nos inyectan aquello que experimentan, Trier es un genio para eso, con lo cual sus angustias se contagian.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
"Melancolía" es un exitoso retrato de la angustia: aquella que provoca la búsqueda desesperada de la libertad, o sea del afán por el propio conocimiento y ejercicio, o bien aquella que genera la renuncia. Diversidad. El fin del mundo se acerca, algunos bichos de la naturaleza huirán por el bosque, quién sabe a dónde, otros meterán la cabeza en la madriguera, y otros se sentarán tranquilamente a contemplar el espectáculo de su propia desaparición. Hay cosas que solo pueden verse una vez en la vida.
No es fácil ser libre, ejercer de uno mismo, pero es peor no hacerlo. El problema reside en llegar a averiguar qué coño es lo que uno debe hacer para serlo. Lars Von Trier tampoco lo tiene claro del todo, por eso debe ser que se pone los retos que se pone, para llegar al fondo del asunto. Por eso debe ser que padece una tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre gusto ni diversión en ninguna cosa, a pesar de tener uno de los mejores empleos del mundo.
Quizás, y solo quizás, la unica manera de hallar respuesta es ponerse ante algo que solo pueda verse una vez en la vida.
No es fácil ser libre, ejercer de uno mismo, pero es peor no hacerlo. El problema reside en llegar a averiguar qué coño es lo que uno debe hacer para serlo. Lars Von Trier tampoco lo tiene claro del todo, por eso debe ser que se pone los retos que se pone, para llegar al fondo del asunto. Por eso debe ser que padece una tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre gusto ni diversión en ninguna cosa, a pesar de tener uno de los mejores empleos del mundo.
Quizás, y solo quizás, la unica manera de hallar respuesta es ponerse ante algo que solo pueda verse una vez en la vida.