Era un jueves 13 de septiembre de 2001 -tan sólo dos días después de los atentados del 11-S, quién lo iba a decir- cuando arrancaba una de las series, bajo mi perspectiva al menos, mejores que se hayan hecho jamás en España. Quizá la mejor y la de mayor relevancia con el paso de los años. La clave o claves del éxito, probablemente, estén en que retrata un poco la España que todos vivimos -también los que no vivieron la dictadura franquista, entre los que me incluyo-, esa del "españolito de a pie" como se dice vulgarmente, representada a través de la familia Alcántara, una familia de nivel medio que trata de progresar y de salir adelante como buenamente puede.

Hubo quien la comparó con “Aquellos maravillosos años”. Aunque es evidente que hay similitudes, “Cuéntame” ofrece una mirada más amplia de una época concreta y sus personajes y guiones son bastante más desarrollados y complejos. Pero, además de esto, aquella podía gustar, podía emocionar y podía enternecer ante los hechos narrados a través de los ojos de un preadolescente -todos hemos pasado por ahí, luego nos sentimos conmovidos ante el despertar a la vida-, pero aquella simple y llanamente no era mi historia. “Cuéntame” sí que lo es, narra un trocito de la historia más reciente de nuestro país, con lo que el nivel de implicación y de complicidad es obligadamente mayor. Está claro, pues, con cual me quedo.

Los personajes, por otra parte, como es natural, han ido evolucionando, han ido creciendo y alguno de ellos incluso físicamente. Esta circunstancia lógica adquiere una dimensión mayor al tratarse de una serie cuyos hechos suceden con un trasfondo histórico muy determinado, lo que incide de manera absolutamente directa en las tramas, el entorno o el comportamiento de los personajes. Esto quizá haya provocado que algunos seguidores de la serie la abandonasen -aparte del desgaste o cansancio habitual que sufren, para muchos, las series con cierta longevidad-, pero debe ser así. Ese aura de inocencia que se respiraba en todos los personajes y en las tramas en las primeras temporadas, promovido esencialmente por la represión y la ausencia de libertades de la época franquista, se ha perdido, ¡claro que se ha perdido!, ¡claro que ha cambiado la serie!, pero porque el tapiz sobre el que se desarrolla ha ido cambiando, ha ido dando paso a experiencias nuevas, a otra forma de reflejarlo todo conforme esa España iba evolucionando. Dicho en una sola palabra: progreso.

La cuestión es, que al menos por mi parte, me sigue cautivando, sigue emocionándome como al principio. Consigue con cada nueva temporada regenerarse, dar un poquito más y que uno que escribe continúe alabando su trabajo y que siga deseando saber más de las vivencias de la familia Alcántara y sus allegados en ese barrio ficticio de San Genaro, porque al fin y al cabo, después de tantos años, también son un poquito míos.